Fermín Muguruza es uno de esos personajes cuya fama parece siempre más sonora que la propia música que hace. De hecho, su paso sucesivo por bandas del calibre de Kortatu o Negu Gorriak, o su última colaboración con Dut le han convertido en una suerte de Jello Biafra del País Vasco. Pero hay más: también su negativa a integrarse en el «sistema» discográfico y las extensas giras que ha realizado por las Américas le han convertido en una especie de semidiós. «Amodio Eta Gorrotozko Kantak» (canciones de amor y odio, en euskera) es un emotivo y emocionante compendio del saber hacer de Muguruza. Guardado en una carpeta de bellísimo diseño con las letras, un par de ensayos y un puñado de fotos significativas, el disco incluye tres temas de cada una de esas bandas- algunas de ellas en versiones totalmente remezcladas-, además de una selección de cortes escritos por Muguruza junto a algunos de sus colegas. No importa que se muevan por el hardcore, el reggae o el metal: todas son canciones llenas de una fuerza que sólo puede darle quien, como Muguruza, ha roto reglas y ampliado horizontes.
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