Título elocuente. “Amnesiac” de Radiohead: la mirada de un grupo que ha tenido que crecer sin pasado. “Kid A” supuso la declaración de intenciones de una banda que lo tuvo todo a favor para engrandecerse por fuera, pero que apostó, ahora se ve claro, por enriquecerse por dentro. Por eso el traspaso de poderes de “Ok Computer” a “Kid A” resultó, cuando menos, esperado en su imprevisibilidad: la subversión explícita era la única solución. Tiene “Amnesiac”, en cambio, un tono más sutil y un guión más estructurado (“Knives Out”). Su impacto formal, menor; su latido interior, su hondura emocional, por el contrario, más sugerente y armónica (“Life In A Glasshouse” les acerca al jazz, por ejemplo).
Radiohead vuelven a pervertir las formas con electrónica de desván (“Like Spinning Plates” o “Pull Pulk Revolving Doors” en la estela del catálogo WARP), guitarras polvorientas (“Hunting Bears”) y pianos desencajados (“You And Whose Army?” cerca de Alpha y Boards Of Canada), pero esta vez el resultado difiere de “Kid A” en su accesibilidad.
Las melodías, los juegos vocales de Thom Yorke (más presentes e intensos), el formato de canción, las atmósferas y las composiciones, en un plano general, acercan al grupo a una denominación más pop (“Knives Out”, insisto, es el único vestigio de su pasado).
Pero aun así cabe olvidarse, como se había llegado a rumorear, de un retorno a la esencia de “The Bends” o “Ok Computer”. Nada que ver.
El principal logro de “Amnesiac” estriba en la capacidad de la banda por oxigenar su discurso desde una perspectiva menos extrema, menos obvia, más luminosa y terrenal. Un chispazo de radicalidad lanzado desde la superficie que lega la sensación de haber asistido a la obra más subliminal, perturbadora y admirable de Radiohead.
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