Suicide no ceden, ¿por qué iban a hacerlo?, ¿es que el mundo no sigue siendo un lugar decadente?, ¿es que el futuro no se supone repleto de cicatrices y heridas todavía por abrir?, ¿es que América huele mejor ahora que los setenta?
Puede que algunos de sus tics resulten conocidos, pero no todos lo son y ahí está su grandeza, en la regeneración. La de Martin Rev, con sonidos y ritmos inimaginables en anteriores entregas del dúo, y la de Alan Vega, con alaridos y gemidos a los que la edad proporciona nuevos matices.
En sus manos, “American Supreme”, recitados psico-industriales, rock'n'roll según los Stooges y Throbbing Gristle, funk, soul y música negra de la era post-nuclear.
Para América, una desafiante afrenta. Para el resto del mundo, la banda sonora del ocaso yankie.
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