Imaginen la palabra POP escrita con letras mayúsculas gigantes, cada una de ellas con un color y forma diferente y dando lugar a un conjunto poderosamente radiante y llamativo. Así podría describirse el nuevo álbum en solitario del vocalista de Super Furry Animals que, tras el maravilloso “Hotel Shampoo” (Turnstile, 11), vuelve a la carga con otra entrega alucinada y plagada de tintes fantásticos. El galés juguetea con las posibilidades y retuerce respetuosamente sonidos hasta extraer todo el jugo que éstos contienen, mientras se divierte dando forma con ellos a una docena de canciones. Siguiendo el instinto despreocupado de su personalidad artística, el músico se permite todo tipo de licencias a lo largo de un viaje imaginativo y excéntrico, pero siempre elegante y animoso. Con el futuro de la mítica formación surgida en los 90 en suspense, el presente disco resultará un jugoso bálsamo para sus hambrientos seguidores.
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