De Doorn
DiscosAmenra

De Doorn

9 / 10
Fernando Acero — 09-07-2021
Género — Post Metal

“La canción de la Tierra” (1908-09) de Gustav Mahler podría considerarse uno de los ejes centrales de la música académica europea del siglo XX. Su patetismo, préstamo de un romanticismo muy tardío, serviría para explicar el crepúsculo de toda una saga de tradición compositiva germánica antes de que la música contemporánea estallara en un millón de direcciones opuestas. Pero hablar en términos historicistas sería quedarnos en la superficie de un chiste que poco tiene de humorístico.

Esta pieza es, más que una entrada polvorienta en una enciclopedia en desuso, un poderoso testimonio vital. El poético epitafio de un hombre enfermo, abatido por la vida y por la trágica pérdida de su primogénita. Los paralelismos a estas escalas pueden pecar de grandilocuentes o delirantes, pero presenciar una obra del peso de “De Doorn” (2021) obliga a repensarlas a muchos niveles, como por ejemplo, qué puede significar que una banda con una estética tan concentrada como Amenra abandone su propia tradición de nomenclaturas –para más señas, sus ya clásicos “Mass”.

Porque lo cierto es que, verdaderamente, el críptico y lapidario grupo belga va mucho más allá de lo que habíamos podido ver hasta ahora. Su dolor sempiterno, trascendente y catártico, se resquebraja en estos cinco temas, dejando ver la tenue luz de sus almas a través de su lúgubre coraza de opacidad. La poesía, como en la obra de Mahler, se transforma en el elemento central de su discurso, centrado también en el concepto de la pérdida irreparable y el sufrimiento sin fronteras, todo ello en un riguroso neerlandés que, de algún modo, sugiere un intento de mostrar sus sentimientos de manera más honesta y directa.

Esa conciencia sobre la muerte pesa en cada una de sus notas, más melódicas y castigadoras de lo que nunca antes hayamos podido ver en el grupo, llegando a superar precedentes tan icónicos como “A Solitary Reign”. El sentenciante bajo de “Het Gloren” o las sobrecogedoras atmósferas ambientales de “Ogentroost”, deudoras de viejos conocidos del colectivo Church Of Ra como Treha Sektori, dejan paso a motivos lacerantes y profundas letanías entre alaridos y susurrantes pasajes de spoken word, que adquieren un rol crucial en la sombría narrativa de este álbum.

Pero si hay algo que diferencie al programa de Mahler y “De Doorn” es que, al contrario del tono melancólico y derrotista del primero, Amenra tratan de buscar explícitamente una iluminación redentora. Esta hagiografía metálica cuenta con destellantes momentos en ese sentido: “De Evenmens” y “Voor Immer”, ambas marcadas por el desgarrador testimonio vocal de Caro Tanghe de Oathbreaker, muestran la faceta más espiritual de la banda. Su melodicismo contemplativo y aperturista se erige sobre explosivos pasajes repletos de fe y furia, revelando una poderosa voluntad de trascender el mero discurso musical, remitiendo de algún modo a aquellas líneas de “Mass III” (05) que rezaban ese significativo “From Birth To Grave. From Shadow To Light”.

“De Doorn”, contra todo pronóstico, consolida y supera el discurso demoledor y climático de “Mass VI (17), abrazando sin complejos a su vulnerabilidad, a su humanidad y a sus propias heridas, utilizándolas como sus mejores armas para proyectar destellos de esperanza desde sus ardientes cenizas, testigo de décadas de un dolor tan abstracto como crudo y real.

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