Hay un hilo, tan fino como férreo, visible como invisible, que une el pop independiente donostiarra desde hace décadas. Un hilo poético y singular que registró su propia marca y estética artística en distintas fases y que, quizá, alcanzó su máxima expresión con La Buena Vida, originales del inicio de los noventa. De allí surgieron otras propuestas, siendo AMA la más sólida y longeva, de tal manera que supera ya los veinte años de discreta e intachable trayectoria. Javier Sánchez, junto a su hermano Borja, más el ir y el venir de otros músicos de la escena donostiarra (componentes de Purr, Manoukian, etc) acompañan sus primeros pasos que unen al sello afín "Jabalina", para llegar a la actualidad como fraternal dúo. Ellos se encargan de guitarras, bajos, sintetizadores, teclados o cajas de ritmo.
Habían transcurrido ya seis años desde su álbum anterior, "El año en imágenes". Nunca les ha ocupado la urgencia, menos ahora que ya suman una edad. Lo reseñable de "Disociación", que es el título elegido para este sexto esfuerzo, es a priori la producción de Joaquín Pascual, miembro original de los recién recuperados Sufin' Bichos, además de otros intentos como Mercromina o Travolta. Y es curioso como este dato nos viene a rememorar que quizá Donostia y Albacete, dos ciudades tan distintas, alejadas geográfrica y estilísticamente, y con una población en ambos casos de apenas 200.000 habitantes, se convirtieron en un momento determinado en ejes del rock y el pop alternativo peninsular. Y esta colaboración de Pascual se antoja trascendente en el devenir del álbum, quizá algo más espinoso y sombrío, a la vez que atesora todas esas cualidades tan asociadas a su pretexto: el mimo perfeccionista y orfebre dentro de un aparente ameteurismo (precisamente Amateur fue el nombre elegido por la otra facción de La Buena Vida), debido en buena medida a su afán por perseguir la sencillez minimalista. En ese sentido una canción como "El desvío lateral" podria actuar como rotunda declaración de intenciones, "que la intriga no se termine jamás, no tenemos que hacer lo que hacen los demás no hay por qué ir por donde todos van".
También la grabación casera en su mayoría, es seña de identidad, aunque hoy día se haya convertido en moneda más común. "Si un día fui", la primera melodía en darse a conocer, probablemente sea también la más luminosa con un elegante riff repetido en bucle, mientras la voz grave y susurrante de Javier fantasea en un mapa de montañas, cataratas, brontosaurios o libélulas para desembocar en una primorosa coda de piano. "Ahora o nunca" tiene un tono más melancólico y cerrado con el bajo y los teclados en primer plano, y uno de esos textos que mezclan lo costumbrista con la broma. "Y si nos encerramos y no salimos nunca, y si nos olvidamos y luego nos dormimos y despertamos juntos, y hacemos el idiota y luego nos pegamos y nos reconciliamos Y pedimos comida pero después no abrimos y nos entra la risa y nos arrepentimos". Otros momentos como "Lo que no se ve", "La versión del director" o "El camino a casa", vienen a reflejar ese tamiz nebuloso y por momentos sepulcral, mientras "Esa ceja partida" nos devuelve a The Cure vía La Dama Se Esconde (otros donostiarras de época) y "Somos más, muchos más" cierra el disco con una melodía preciosista guiada por el piano y la insinuación como temperatura habitual de su delicado discurso.
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