Nueva estrella surgida de la comunidad myspace, Lily Allen es el último fenómeno pop del momento. Es algo pija, va de mala (ojo al vídeo de “Smile”, toda una declaración de principios), es guapa, muy descarada y encima firma buenas canciones. Sabe lo que se hace, vamos.
Se ha agenciado una nómina de productores que quitan el hipo (Future Cut, Mark Ronson y Greg Kurtsin), para que den el acabado perfecto a su debut “Alright, Still…”, otro de esos discos que hacen creer que en el mainstream aun no está todo perdido y que hay cosas de “verdad”. Allen se presenta en sociedad con un arrebatador cóctel de ska-pop (con The Specials en la mente) y demás ritmos jamaicanos y caribeños (la clava en “LDN”, “Friday Night”, “Not Big”), y gana por goleada a otras chicas que, como ella, pueblan las listas del Billboard. Lo mejor de todo es que la británica no sólo vive de los sonidos jamaicanos, también se atreve a guiñar un ojo, con excelentes resultados, a Mike Skinner en la bombástica “Knock ´Em Out” y al sonido Manchester en “Take What You Take”. De hecho solamente patina en la composición que cierra el disco, la circense “Alfie”.
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