Una mota de polvo flotando en un bosque oscuro. Eso somos. Es el punto de partida creativo de “Solar System”, una manera de reducir al absurdo muchos de los problemas con los que se nos va la vida, una manera de enfrentar nuestra existencia a un espejo que nos dice que en el fondo sabemos que la mayor parte de los objetos a los que nos aferramos no importan, o que lo único que hacen es depauperar la mota de polvo sobre la que nos mantenemos en pie.
No, Alondra Bentley no se ha vuelto hippie de pronto. Sencillamente está aprendiendo qué es lo importante de la vida, algo que no todos hacemos a buen ritmo, y que algunas personas no llegan a aprender nunca. Lo hace a golpe de pop sintético y de psicodelia, estilos que ya se intuían en su discografía anterior, y que aquí, sin más ayuda que la de Carasueño, simplemente subrayan canciones que no pretenden decorar sino dialogar con el destinatario, a veces directamente, y veces con un cinismo inédito en su discografía, sin proponer soluciones mágicas, sino mostrando las pérdidas de cada día para después ponerlas en perspectiva. Esto es un interesante salto adelante. Aunque haya capacidad para crear belleza sonora, ya no es lo más importante, Alondra ahora quiere contar una historia que no es solo íntima. Con las variaciones de ánimo de cualquier ser humano y el andamiaje de una conocedora de la historia del pop clásico, le hará una canción al materialismo o a la resaca de una discusión, y cada una de ellas será un viaje diferente.
He aquí otro capítulo de la vida de una vieja amiga que sin embargo parece otra. Es otra. Con respeto a su discografía anterior, este disco no es para escuchar de fondo apaciguándose con las texturas, aquí el fondo ha superado a la forma, que además es suficientemente poliédrica como para provocar sed de más. Esta nueva Alondra sabe evolucionar y cumplir años, y va a poder demostrarnos con una sonrisa lo banales que podemos llegar a ser. ¡Sorpresa!
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