*Nota: Justo unos minutos después de publicar esta reseña, se nos ha informado de la reciente muerte de Roger Quigley, cincuenta por ciento del dúo, a los cincuenta y un años de edad. En paz descanse.
Alan McGee fundó una nueva discográfica bajo el nombre de Poptones poco después de finiquitar Creation Records, para la que firmó varios artistas confiando en ese olfato que tan buen resultado le había dado con anterioridad. Sin embargo, The Montgolfier Brothers, uno de los fichajes, se alejaba de las habituales preferencias del escocés, concretadas en grupos de guitarras, pose rockera y contundencia contrastada.
The Montgolfier Brothers eran, de hecho, la antítesis de todo aquello, con un proyecto extremadamente delicado tanto en contenido como en apariencia. Veía así la luz "Seventeen Stars" (Poptones, 00), estreno de la dupla creativa formada por Roger Quigley y Mark Tranmer, que tendría continuación dos años después en "World Is Flat" (Poptones, 02). Ambos eran discos magníficos, cargados de sensibilidad y buen gusto y que de algún modo allanaron el camino para la que sería la obra maestra (y también canto de cisne) de The Montgolfier Brothers, el impecable "All My Bad Thoughts", publicado por el sello Vespertine & Son en 2005. Se trata de una referencia minimalista, ataviada entre pop sentido e introspectivo de pinceladas de folk y un barroquismo engalanado, con instrumentación ceñida casi en exclusiva a medidos punteos de guitarra y los teclados de Tranmer. Una fórmula que, a su vez, transcurría a través de la desolada pero cálida interpretación vocal de Quigley.
El acopio de dolor y belleza que el dúo atrapó a lo largo de nueve canciones resulta estremecedor (cuando no desgarrador), en un extraño equilibrio cuyas consecuencias se sitúan cerca del las motivadas por figuras sagradas como las de Elliott Smith, Nick Drake o Jeff Buckley. Sí, el álbum en cuestión era (y es) para tanto. La angustia que se sucede tras el deterioro de la relación, así como el inevitable desenlace en forma de ruptura sentimental se precipitan en las nueve instantáneas presentadas. Una secuencia que abarca desde el trío inicial formado por "The First Rumours Of Spring", "Don't Get Uppset If I..." y la propia "All My Bad Thoughts" hasta la explícita y preciosa despedida de ocho minutos al piano que supone "Journey's End", pasando por el interludio instrumental de "Stopping For Breath", "Koffee Pot" o el spoken de "Quite An Adventure". Composiciones que conforman un disco conexo y de sentido global, con pasajes de un único viaje que retratan vacíos y amargura; fantasmas del pasado; añoranzas y remordimientos; recuerdos hirientes y un futuro sepultado. Daño y soledad, en definitiva, que imperan en un alma ahora herida de muerte.
De marcado aspecto cinematográfico, "All My Bad Thoughts" es una referencia invernal, teñida en su totalidad por el mismo blanco y negro de la portada. Un espejo en el que buscar reflejo al borde del precipicio emocional, pero también un lienzo sonoro con el que sanarse a base de esa belleza grandiosa que contiene.
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