Se nota que Juano Azagra (ex Bombones) y los suyos se han amamantado en el Nuevo Rock Americano, en la escuela del power pop más adherente y en las policromías de la new wave. Pero si se hubieran limitado a ejercer de meros amanuenses, All La Glory apenas supondrían un infinitesimal grano de arena en medio de las enormes extensiones de arena que podrían conformar su legión de practicantes. Lo que hace grande a discos como este, su segundo álbum -más rotundo, complejo y rico en profundidad de campo que su predecesor, y coproducido por Jordi Gil (Maga, Sr Chinarro)- es la desbordante vitalidad que irradia, que se plasma no solo en el brillo cegador de sus melodías, sino en la forma tan madura y espléndidamente macerada de deglutir con carácter unos nutrientes ya de sobra conocidos. El riff de guitarra inicial de “Looking For A Thrill”, por ejemplo, es tan canónico que debería ser materia de estudio para cualquier rockstar wannabe, por liviano que se precie. Se adhiere al córtex con la insidiosa insistencia de los guitarrazos clásicos.
La rara melancolía que irradia su estribillo, trasunto de unos tiempos convulsos para su autor -y que comparte con las deliciosas armonías vocales de “I Can't Take My Eyes Off You”- atrapan desde la primera escucha, curtidas al calor de un manojo de referentes que ellos manejan con apabullante precisión y desbordante personalidad: las canas de Neil Young asoman al inicio de “Reasons To Get Lost”, hasta que uno se da cuenta de que podría ser una de las mejores canciones del repertorio de The Walkabouts. El frenesí de “Pretty Eyes” podría ser la envidia de Nada Surf, el perdigonazo por el que los neoyorquinos llevan años suspirando. La milimetrada emoción que enmarca los acordes de “Glow” podría servir para dejar de añorar a los mejores -los primeros- Fountains Of Wayne. Y la frágil delicadeza que esgrimen “Vera” o la coda final que supone “This Love Affair” es de las que desarman hasta prácticamente anudar la garganta, certificando que los sevillanos son tan certeros con el aceleredor pisado a fondo como cuando pausan el metrónomo para hacer encaje de bolillos. Podríamos seguir desgranando con sumo gusto el resto de sus diez canciones, una por una, pero quizá sea mejor que sean ustedes mismos quienes descubran por qué “Everybody's Breaking Everybody's Heart” es uno de los mejores discos paridos este año en este país.
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