The Black Halos se merecían tener una segunda oportunidad. Tras dos discos con los que consiguieron un buen puñado de adeptos a su causa, la banda comandada por Billy Hopeless tuvieron que dejarlo momentáneamente por problemas personales. Con un panorama actual opuesto al de seis años atrás, cuando las bandas de las frías tierras nórdicas se imponían al soleado sonido californiano, estos canadienses vuelven pisando con firmeza y sabiendo qué teclas tocar. Se han fijado en la imagen de Misfits, han fichado a Jack Endino para la producción y aplican su fórmula sin perder el tiempo. Y así es como han acabado dando forma a su mejor lanzamiento hasta la fecha, más sólido y maduro que sus antecesores y en el que no abusan nunca de las revoluciones, lo que les permite incorporar medios tiempos como “Mirrorman” o sorprendernos con preciosos pianos en el tema titular, pero también para seguir reverenciando a Dead Boys, New York Dolls o MC5 en temas como “Three Sheets To The Wind” o “Studio Suffering”.
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