Inventor del shock-rock, precursor del glam, triunfante superviviente de sus adicciones y de la disolución del Alice Cooper Group, padrino de estrellas entonces en ciernes como Guns N’ Roses o Marilyn Manson, merecedor por igual del respeto y la veneración del sector del metal y el del classic rock… no cabe duda de que nuestro querido Alice Cooper ha logrado reinventarse con el paso de los años y, lo que es incluso más decisivo, ha sabido rodearse casi siempre de las compañías más adecuadas para materializar sus propósitos. De ahí que, todavía hoy, un nuevo lanzamiento discográfico de Coop siga siendo un pequeño acontecimiento.
En esta ocasión, el rey de las guillotinas y las boas constrictor salda una vieja cuenta pendiente, como era rendir homenaje a la escena de la ciudad en la que emergió su propia, longeva, ecléctica y fascinante trayectoria musical. De hecho, cuando en 2003 en Mondo Sonoro le entrevistamos en medio de una gira americana, Alice ya fantaseaba con montar una gira conjunta con quienes habían sido sus colegas en la Motor City a finales de los sesenta y principios de los setenta. Aquello finalmente no cuajó, pero aquí tenemos –mejor tarde que nunca– este flamante nuevo álbum, enteramente dedicado al Detroit más emocionante que haya existido jamás para los aficionados al rock.
Siguiendo con la citada costumbre de reclutar para sus proyectos a los perfiles más idóneos, Alice ha cedido de nuevo los controles a su viejo conocido Bob Ezrin y, cómo no, siendo éste un disco algo retrospectivo, también ha llamado a Michael Bruce, Dennis Dunaway y Neil Smith; es decir, los supervivientes del Alice Cooper Group original. Además, entre otros, desfilan por estas stories Wayne Kramer (MC5), Mark Farner (Grand Funk Railroad), Steve Hunter (Lou Reed) y Joe Bonamassa. Esta alineación de lujo, junto a habituales del equipo del Alice Cooper de los últimos tiempos, ataca una variedad notable de registros. Así, desde el inicial “Rock & Roll” de The Velvet Undergroud, que se cuela aquí como tributo a la versión que hicieron en su momento Mitch Ryder y sus Detroit Wheels, hasta la final “East Side Story” de Bob Seger & The Last Heard, pasando por una versión del “Sister Anne” de MC5 y por un puñado de temas originales que no tienen desperdicio, se configura este paseo por los recuerdos de juventud de quien un día fue conocido como Vincent Furnier.
A fin de cuentas, lo relevante es que el conjunto del álbum, pese a bascular entre remotos ecos sixties, enérgicos riffs hard-rockeros y ramalazos punk como los de “Go Man Go”, suena compacto, fresco, vibrante y potente, con la voz y la personalidad de Coop ejerciendo de elemento aglutinador. Cabe suponer, también, que buena parte del mérito de Ezrin y Cooper ha consistido en saber captar, entorno a la idea de reivindicar ese añorado Detroit que ya no volverá, la excitación y la motivación de unos músicos con un potencial incuestionable. ¿Dónde hay que firmar para seguir disfrutando de discos así de artistas septuagenarios?
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