Algora vuelve con nuevo disco, "Un extraño entre las rosas", de la mano una vez más de El Genio Equivocado.
“Todos nos sentimos a veces una cucaracha, un bicho raro en una sociedad donde no parecemos encajar”, me decía Víctor Algora cuando le entrevistaba hace poco. A diferencia de la soledad desde el punto de vista amoroso tratada en "Folclore del rascacielos" (El Genio Equivocado, 17) aquí quiere centrarse en la soledad de la gran ciudad actual, la soledad del sistema consumista.
El tono político es palpable en temas como la preciosa "Elaid y Tiberiu", la generacional "Reflexiones de una vieja lavadora" o, especialmente, "El último hombre en Europa". Como cualquier soledad y cualquier vacío, intentamos llenarlo con drogas de todos los tipos, y con patrones de consumo en general, ya sea consumo de objetos, de cuerpos o de validación, como podemos ver en las estupendas "Fotos en los gimnasios" y "Dondiego". Todo este concepto está además revestido de un cambio en su sonido: Algora confiesa haberse quitado cualquier complejo musical al respecto, y se abre aquí por completo a la electrónica. Así, el inicio de "Drogas nuevas" no puede recordarnos más al "Bizarre Love Triangle" de New Order; "Fotos en los gimnasios" tiene un inconfundible deje de Pet Shop Boys, y, de forma más cercana, "Disco mágico", podría estar perfectamente en el último disco de La Prohibida.
En definitiva: en "Un extraño entre las rosas", Víctor Algora perfecciona su estilo entregándonos el que probablemente sea su mejor trabajo, un disco conceptual que triunfa en su intento de transmitir la soledad urbana en este sistema, mientras se abre a un sonido tremendamente electrónico que, la verdad, no podría sentarle mejor.
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