La nostalgia se ha apoderado por completo de Julieta Venegas. Tras un electrónico viaje (“Los momentos”) donde el rhodes era el principal protagonista y en el que conocíamos algunos efectos en la artista totalmente nuevos. La mexicana vuelve a crear himnos pop con una facilidad pasmosa (“Algo sucede”) sin renunciar a su crecimiento. Los sintes siguen manifestándose (“Esperaba”), el rhodes tiene bastante presencia, pero el acordeón ha recuperado el lugar que le pertenece. Y es que con este nuevo álbum Julieta proclama los recuerdos y pasiones como la base del desarrollo. La infancia es un pilar fundamental de este periodo (sólo hace falta ver el arte del disco y los temas promocionales para comprenderlo) y, otra vez, el amor, sus conflictos y México son un imprescindible en sus letras. Porque, si algo hemos aprendido de Julieta en todos estos años de trayectoria es la belleza de su ciudad natal y el espíritu de protesta que la artista explota con orgullo (“Dime si vas a permitir que esto suceda ante ti”).
Recupera la música popular, ese espacio instrumental en el que se siente más cómoda y donde más brilla. Se abraza al acordeón norteño, al estilo que desarrolló desde sus primeros pasos y que jamás dejó de lado. Pero, además, se rodea de muy buenos amigos que no le dejan enfrentarse sola ante el peligro. Clarinete, guitarra eléctrica, cello, piano, órgano, batería, violines… Y la presencia, de nuevo, de su querido Cachorro Lopez en la producción. Una figura que echamos de menos en el anterior largo y que le ha acompañado en tantos viajes. Vamos, lo que podríamos definir como un completo con todas sus letras.
Sigue siendo la misma apasionada de las tradiciones, de la esencia, de volver al origen. Y es que en la música, como en la vida, una vez explorados nuevos senderos, y creados algunos desajustes, no está de más recuperar la estabilidad y ceñirse a lo que mejor sabes hacer. Con “Algo sucede” no podemos hablar de un salto en la trayectoria de Julieta, sino más bien de ese disco en el que un artista pone el freno y presenta todo lo aprendido en estos largos años. Y, en el caso de Julieta, eso ha sido mucho y siempre para bien. Disfrutemos del presente de la artista, de esta pausa necesaria, y dejemos que medite con tranquilidad sobre su futuro musical (“Todo está aquí, no me hagas pensar en lo que vendrá después. Esta es la felicidad”).
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