Con Algiers la sombra de la duda siempre ha estado ahí, planeando sobre sus cabezas. El hecho de que la banda surgiera como de la nada, con un discurso tan medido y oportunista, en un tiempo y un lugar tan determinados, en plena crisis y con vientos de revueltas azotando la cada más evidente decadencia del sistema capitalista, daba mucho que pensar. Que sus miembros no fueran precisamente unos jovencitos surgidos de un infecto local de ensayo, vivieran unos en Londres y otro en Atlanta, y además acabaran contando, como el que no quiere la cosa, con la incorporación de Matt Tong baterista de Bloc Party, tampoco ayudaba mucho. Todo tenía un tufillo de banda pensada para aprovechar el enorme hueco de descontento que el pop nunca afrontará y que tan solo quedaba cubierto por el rap. Le tocaba por tanto el turno a las guitarras, pero no abordadas desde la perspectiva más clásica, la del punk. La jugada era darle al soul-rock más aguerrido una pátina de modernidad post-punk, dub y electrónica radical. No en vano las comparaciones con unos TV On The Radio hasta las cejas de speed, no estaban nada desencaminadas. Y ya está. El resultado de la formulación funcionaba y se colaban en todas las publicaciones especializadas con unas críticas de altura. Pero llegaba la hora de la verdad y el segundo disco, ese que debe poner las cosas en su sitio, debía dirimir si lo de Algiers era flor de un día a lo Black Rebel Motorcycle Club, o por el contrario había enjundia para darles algo más que un voto de confianza.
Pues bien, el veredicto está claro y debo reconocer que este “The Underside Of Power” consigue borrar de un plumazo cualquier atisbo de duda malintencionada. Y lo hace subiendo el listón de su primer trabajo en todos los aspectos. El disco suena mucho más radical e inflamado y abraza la experimentación sin meter la pata. Solo hay que escuchar un tema como “Hymn For An Average Man” y su gospel espectral para reconocer que la banda se ha roto los cuernos a la hora de buscar un estilo propio que los defina. Un sonido que en el fondo se ha basado en darle unas cuantas vueltas de tuercas al presentado en su debut, pero arrinconando las estructuras propias del garage-soul, y ahondando en todo tipo de ritmos y sonoridades donde la presencia de las bases y la electrónica en general ha tenido más peso. Solo hay que escuchar esa barbaridad con la que inician el disco para rendirte a la evidencia. Algiers serán todo lo listos y oportunistas que tú quieras, pero tienen los cojones de un toro a la hora de crear una bola incendiaria que debería arrasar cualquier dispositivo de escucha.
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