Con solo veintidós años, Alfie Templeman se ha convertido en una de las grandes esperanzas británicas de cara al nuevo indie-pop. Un niño bonito con talento precoz (e incontestable) que, sobre todo en base a la presente entrega –segunda en formato largo tras “Mellow Moon” (AWAL, 22) y el mini elepé “Forever Isn't Long Enough” (21)– ha motivado unas importantes expectativas alrededor de su figura, sobre todo en su país natal.
Once canciones que, si bien no inventan nada, a cambio realzan parámetros y bases habituales del indie-pop con un torrente de energía juvenil. Una reivindicación elaborada con colorido intenso y entremezclando el asunto con otros géneros como soul, synth-pop, electrónica o funky. Unas variaciones que ayudan a marcar músculo adicional en los propios temas, ganando así también en un tipo de atractivo muy evidente tras relanzar a un primer plano melodías, estribillos y otras habilidades latentes en el autor.
Templeman se lanza al mundo desde aquella habitación en la que germinó su música y, definitivamente desatado, salpica sus nuevas canciones con lujosos arreglos que dan lustre a las seleccionadas, con un despliegue de medios a la altura del nuevo estatus que ya podría estar ostentando. Una secuencia en la que destacan “Vultures” y “Submarine”, los singles “Beckham” y “Just A Dance”, además de “Hello Lonely”, “Eyes Wide Shut”, “This Is Just The Beginning” y “Drag”, en las que se suceden ecos a Two Door Cinema Club, Mika, Phoenix o Daft Punk.
Co-producido por el propio Templeman junto a Nile Rodgers y Dan Carey, “Radiosoul” es un álbum que, a pesar de no albergar novedades importantes entre sus escenas sonoras, consigue resonar fresco. Y, sobre todo, lucir un aspecto tan luminoso y brillante como el del mismo sol de verano, imponiéndose como una referencia idónea para musicar cualquier tipo de hedonismo y ese tipo de celebración que suele acompañar a la temporada estival.
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