Un servidor de ustedes que es un amante de la fusión, del mestizaje, de la rumbita, del flamenquito y de mover el culo, pero también del rock, el folk y el pop alternativo siempre le ha fastidiado esa postura de ciertos sectores “indies” de descalificar cualquier cosa que huela a lo que podríamos resumir, y para entendernos, como mestizaje. Son esos que se llevaban las manos a la cabeza cuando Amparo Sánchez prestaba su hermoso timbre vocal a las canciones de Calexico o no acaban de digerir que Jonathan Richman pueda colaborar de tú a tú con Muchachito Bombo Infierno. Afortunadamente los “guiris” no tienen tantos complejos de inferioridad ni prejuicios, y encima les han enseñado a tener un profundo amor por el blues, el folk, el country y la música de raíces que alumbró el devenir de esa gran nación de naciones que es Estados Unidos. Un respeto que hacen extensible a otras formas de raíz profunda como el flamenco. Y aquí es dónde surge este disco, en el que un maldito con aureola de grande como Howe Gelb se acerca, de la mano de músicos españoles y colaboraciones de lujo (Raimundo Amador, John Parish, Fernando Vacas...), al encuentro fronterizo entre el sur de dos estados tan diversos, pero tan próximos por historia como Arizona y España. Por fortuna a Howe Gelb el duende le pilló trabajando, pues el experimento ha salido de auténtico lujo .
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