Puedes disimular, pero tú tampoco estabas preparado para el arrollador debut en larga duración de Alcalá Norte. Normal, por otro lado. Su lanzamiento cayó del cielo entre semana, casi sin previo aviso y saltándose todas las normas de esta calculadora y premeditada industria. El habitual tono en redes de la banda, satírico y mordaz, les precedía ya como catalizador de un generoso fandom que bebía los vientos por ellos con apenas cuatro singles contados en plataformas y un buen historial de directos de pasmoso cuño. Por ello, no nos es de extrañar que, sin apenas promoción y desde el más asceta DIY, su “Alcalá Norte” (24) se haya convertido en tan solo cuestión de días en el disco del que todo el mundo habla.
Con su respectiva escucha nos llega un mensaje claro: nuestra escena necesitaba este golpe sobre la mesa. Y que no nos engañe su nihilismo natural ni su humor desenfadado; esta gente sabe lo que hace y sus letras son una buena muestra de ello. Desde 2020 llevan sazonando su pop oscuro y combativo con referentes filosóficos, guiños al fútbol mediático, alusiones históricas y religiosas y un loable clamor contra las élites que ahora se convierte en la constante de su primer larga duración, demostrando con ello que su propuesta se sale de la media por arriba y por abajo. Una brillante aleación de inquina erudita, macarrismo de barrio y lenguaje nostálgico que interpela con la rabia del punk, arrebata con la inmediatez del dark-wave y obliga sin remedio a la escucha reincidente.
Aunque nos atrevemos a decir que no escucharás a muchos de sus coetáneos con una lírica similar a la suya, el sexteto madrileño también se vale de la de ciertos compañeros de gremio para complementar su verbo. Véase el formidable juego de espejos que realizan en “El Rey de los Judíos”, heredando las rimas y métricas del “Cosquilleo” de La Paloma y creando algo tan propio y efectivo como su original punto de partida, o la reconversión de nuestro rock más noventas para “La Calle Elfo”, generando un cántico contra la precariedad gentrificada con madera de hit.
Por su parte, este debut homónimo recoge en cuestión de estilos una cohesiva línea de géneros que operan como formidable síntesis de las diferentes veredas que parte de nuestra escena ha decidido seguir en los últimos años. Por temas como “Superman” o “Langemarck” bien podríamos tirar por lo fácil y encasquetarles la manida etiqueta de post-punk a los abajo firmantes, pero la formación de Ciudad Lineal va mucho más allá y dibuja con ambicioso afán un elepé inconformista que salta entre referentes y estilos con efectiva presteza: del pop industrial de “420N” a la jovialidad britpopera de “La Vida Cañón”, pasando por el sintetizador marciano y psicodélico de “Westminster” o la rave arábiga de “El Guerrero Marroquí” con Adrián Bremner de VVV [Trippin’you].
Si su campaña de acoso y derribo a cierto festival veraniego de Torremolinos no se salda con su deseada presencia en el mismo, como mínimo “Alcalá Norte” debería ser la primera piedra hacia una reconocida y justificada trayectoria que dignifique nuestra escena y rompa con el generalismo impersonal en el que ésta anda sumida. Ser contemporáneos de este pistoletazo de salida es un particular lujo que no deberíamos ignorar.
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