Álbum

Tal vez si La Buena Vida no hubieran cerrado una etapa, “Álbum” se miraría con una lupa de menos aumentos. Pero lo han hecho, buscan una mayor atención y el precio es un análisis exhaustivo de su sexto disco. No es malicia, es necesidad, autoexigencia de cuestionarse acerca de cómo se ha modificado la relación oyente-grupo cuando, en realidad, las canciones de “Álbum” tampoco distan demasiado de sus predecesoras. Cierto es que la letra de “Un actor mejicano” se le atraganta a siete de cada diez seguidores entrevistados -a los otros tres, curiosamente, les encanta-, pero no es menos cierto que “Nada debería fallar” es de una ternura agridulce que conmueve como únicamente ellos saben hacerlo.

Son sólo dos ejemplos, pero lo suficientemente significativos de un disco que tiende a la baja en las letras a la vez que mantiene el espíritu del grupo (tono naïf, madurez creativa, cariño por el envoltorio, arreglos orquestales, grabaciones en De Lucas, diseños de Aramburu...) y acentúa las posibilidades comerciales que siempre se intuyeron a los donostiarras. Ésta es, en el fondo, la clave de “Álbum”, la comercial. Sinnamon quiere vender muchas copias del disco, La Buena Vida quieren que las vendan y los fans no se lo reprochan. Lo tienen todo de cara, esta vez nada debería fallar.