Tras la empanada que, en el fondo, acarreaba su primer disco, Peter Liddle ha movido ficha para acabar definiendo los parámetros de su banda. Lástima que, tras un esperanzador inicio de tres temas, que prometen más de lo que otorgan, marre en el resultado final. Su deriva hacia un pop-rock de tintes épico-profundos entre los Manic Street Preachers con el pulso rockero amortiguado y unos The National sin la mitad de clase, se ha quedado falto de canciones. Y máxime cuando uno recuerda de buen grado temas con la rotunda personalidad de un “History Book” de su primer álbum. Aquí la jugada no se repite y, aunque el disco suene mucho más unitario por intencionado, se les va la mano en ese tono afectado de las melodías. Un decorado de cartón piedra sonoro que no acaba de convencer en ningún momento y que, a medida que transcurre el disco, acaba por aburrir de tanto empalago.
Pues a mi me parece muy buen disco de principio a fin, comparado con todo a lo que sí llamaría 'CARTÓNPIEDRA' que ha salido durante todo el año. La voz de este señor ya la quisieran muchos.