El proyecto Airu surge en la cabeza de la bilbaína Irune Vega que, en dos años, ha definido su sonido gracias a la incorporación de Erik Gonzalez, Mikel Izarra y Patricia Echanove. Los arreglos e instrumentación han llevado las composiciones mucho más allá pero manteniendo las señas de identidad de sus primeros trabajos gracias a, entre otras cosas, su personalísima manera de cantar en tonos graves y con fraseos arrastrados, en ocasiones difíciles de entender. El fruto es el EP “Do It For The Catharsis”, que publican con el sello Snap! Clap! Club y que está formado por seis temas que navegan en ese atmosférico y borrascoso espacio que hay entre el shoegaze y el dream pop, de apariencia lo-fi pero lleno de luminosos detalles. Terreno en el que la podemos vincular con bandas como Wild Nothing, The Drums o los barceloneses El Último Vecino.
A pesar de la brevedad que el formato EP implica, hay un trabajo bien definido en la estructuración: un bloque inicial cantado en inglés, más radiante y popero, seguido de una colección de canciones en castellano que levantan un poco el pie del acelerador para flotar en esa burbuja melancólica construida con la voz de la artista.
Abren "A Bike Ride Away" y “At Night A Dim Light”. Son composiciones soleadas con ecos de la New Wave inglesa o de The Smiths, construidas sobre la tensión entre las melodías inmediatas y la interpretación evocadora en las voces. El tercer corte es “Best Of Breed” y hace de bisagra perfecta entre los dos idiomas al estar interpretado en inglés y castellano. Su minimalista sonido ambiental y reverberado deja ver las huellas de las primeras composiciones de Irune Vega, cuando aún trabajaba sola, y da paso a “Me sabe casi igual” y “Otra vez aquí dentro”, cortes de atmósferas más cercanas al dream pop, con letras empapadas de nostalgia, decepción y rabia, pero que mantienen los luminosos arreglos melódicos en la instrumentación. El colofón perfecto para un EP de comienzo efervescente es la bajona brevísima y lisérgica de “Who Spiked The Sangria?”. Un tema que se puede escuchar en bucle durante horas hasta alcanzar el estado gaseoso.
El resultado es una colección de canciones adecuadas tanto para bailar como para escuchar una lluviosa tarde de domingo desde el sofá y mirando al gotelé. Un prometedor trabajo que apunta de manera firme en varias direcciones y que presenta suficientes elementos originales como para ir calentando palomitas a la espera de sus futuras composiciones.
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