Boneshaker

Airbourne continúa posicionándose como el digno sucesor de AC/DC. Y es que ya desde el primer corte de su quinto trabajo, "Boneshaker" (“Rompehuesos”, encargado de dar nombre al disco), uno se puede imaginar por enésima vez, si cierra los ojos, que son Angus Young y los suyos quienes están tocando.

Emperrados en defender la música que les alucina desde que son pequeños, los hermanos O'Keeffe han decidido ir un paso más allá y grabarla como se grababa en aquel entonces. Para ello viajaron la pasada primavera hasta el mítico RCA Studio de Nashville (Tennessee), por donde desfilaron en su día desde Elvis Presley hasta The Beach Boys pasando por B.B. King, The Monkees, Joe Cocker o Dolly Parton. Allí les esperaba el productor Dave Cobb, un habitual del country y del sonido americana (Chris Stapleton, Brandi Carlile, Sturgill Simpson) al que le apetecía meter mano en un álbum de hard rock. Cobb puso a trabajar al cuarteto australiano bajo su metodología vintage: aparatos analógicos, canciones compuestas prácticamente en el estudio y tomas en directo.

El resultado son estos diez trallazos exentos de teclados, guitarras acústicas y baladas. Rock&roll socarrón de riffs distorsionados, garganta a flor de piel y batería y bajo como un reloj marca de la casa. Media hora (tres minutos por tema) de un redondo que bien se podría haber grabado a finales de los setenta, engrasado como una Harley a punto de salir de ruta. Que nadie busque innovación ni el nuevo sonido del rock. Un acto de nostalgia perfectamente ejecutado. Como dice el último corte, "Rock ‘N’ Roll For Life".