Adrift es un nombre que resuena desde hace ya más de una década en el metal underground español. Con una historia detrás que se remonta a finales de 1999 y que ya supera las dos décadas, el grupo regresa con esa calma que le caracteriza a la hora de crear con un cuarto álbum titulado “Dry Soil” grabado, masterizado y producido junto a Santi García en los Ultramarinos Costa Brava a comienzos de 2024 y lanzado a través del que parece ser su nuevo sello Monolito (posible referencia a su segundo álbum de mismo nombre), que releva al genial “Pure” (Temple Of Torturous, 19), que hace ya casi seis años nos trajo de vuelta a los madrileños tras siete años del lanzamiento del mítico “Black Heart Bleeds Black” (Alone Records, 12).
“Dry Soil” sigue la estela que el grupo dejó relumbrando con “Pure”, volviendo a las profundidades del metal más afilado y oscuro a través de seis canciones y cuarenta minutos en los que las atmósferas densas y las repeticiones siguen reinando entre riffs potentes amigados con el stoner y voces descarnadas que recuerdan a veces también a la crudeza del black metal. Esto se traduce en que no, no nos traen nada que nos vaya a romper los esquemas si ya estamos familiarizados con su sonido, pero es que, a decir verdad, cuando las cosas se llevan haciendo bien tanto tiempo no hay que pedir nada más.
El nuevo artefacto del ya inseparable cuarteto integrado por Jorge García (guitarra y voz), Jaime García (batería), Daniel Chavero (bajo) y David López “Macón” (guitarra) se nos presentó prácticamente por sorpresa hace unas semanas como regalo de Reyes Magos con el single “Concrete” y una portada maquetada por el propio Jorge (responsable de la imagen de la banda desde su existencia) que, a pesar de su abstractismo, ya deja en evidencia lo sombrío y sucio de su interior.
El siniestro y repetitivo riff de guitarra al que se van adhiriendo el resto de los instrumentos sobre la marcha abre el disco con “Overload”, una canción siniestra, hipnótica y psicodélica que podría haber sido compuesta por los mismísimos Oranssi Pazuzu. Le sigue la más breve “Concrete”, una redención ominosa al sludge y stoner con guturales agudos y graves que evidencian el impecable estado vocal y la fortaleza de un Jorge en dualidad con sus tonos, los cuales se amalgaman perfectamente como un instrumento más a la maquinaria sonora que los cuatro músicos respaldan con contundencia.
Lo escuchado en los dos primeros cortes de “Dry Soil” sigue desarrollándose en “Edge” con unos recursos muy parecidos que intercalan la distorsión y el músculo de su música con la insistencia y un atrapamiento que vuelve a brotar como algo psicodélico y a la vez aterrador.
Entre montones de grasa y oscuridad, “Restart” mantiene el tipo marcando un poco la diferencia hacia su final con unas partes vocales que parecen sacadas de un coro gregoriano infiltrado en un sacrificio pagano, así como “Blood Kills The Soil” hace de sostén a ese estilo machacón al que hace falta hacerse para enfrentarse a él y cogerle el gusto, pero al que una vez dentro se le acaba pillando el gusto.
Con el mismo mapa conceptual que se abre este “Dry Soil” es con el mismo que se cierra durante los nueve minutos finales de “Bonfire”, el tema más extenso de todo el álbum y una pieza que ofrece algo de calma ambiental en su mitad a golpe de aro en la caja de batería. Aunque cuesta hacerse a él, lo cierto es que con cada escucha se le va sacando más brillo, y lo ruidoso y abrupto de su final tiene su encanto y recrea una escena de loop de una radio estropeada en la cabeza (al menos en mi imaginación) bien molona.
Si has llegado hasta aquí es porque te interesa la vuelta de Adrift y/o porque alguna vez te han gustado. Si es así, “Dry Soil” te va a agradar de seguro a pesar de que quizá sea un algo más minimalista que “Pure” y bastante más que “Black Heart Bleeds Black”. Sus atmósferas sofocantes, intrincadas y gélidas con toques maniacos y claustrofóbicos siguen fluyendo y funcionando de forma natural. No hay demasiadas pegas que ponerle, la verdad, salvo que no te apetezca nada sumergirte en su deliberadamente reiterativa música.
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