El camino
DiscosAdiós Amores

El camino

8 / 10
Don Disturbios — 30-10-2023
Empresa — Sonido Muchacho
Género — Pop

Estábamos sobre aviso. Los cuatro espléndidos adelantos que nos habían regalado Iman Amar y Ana Valladares, es decir, Adiós Amores, ya nos hacían presagiar que este largo de debut titulado “El camino” iba a ser algo muy serio. Y así ha sido. 

Y todo gracias a varios factores determinantes. En primer lugar que los seis temas que no conocíamos, mantienen el listón igual de alto e incluso en algún caso (deliciosa “Canción de despedida”) supera lo presentado hasta el momento. Segundo, que han logrado que  el espíritu inocentón, pizpireto y naïf de sus tonadas permanezca intacto pero, a la vez, les han dotado de una variedad de registros y una profundidad en los arreglos que plantea la pregunta de cómo serán capaces de llevar este disco al directo. Y, para redondear la jugada, el dúo hace gala de un gran  conocimiento de las estructuras que se mueven dentro de una canción de pop genuina, a la que hay que sumar ese toque psicodélico de vocación sesentera, pero sin perder de vista el aquí y el ahora, el más absoluto presente. 

Todos estos imputs se pueden encontrar en “El camino”, pero nada de eso funcionaría sino hubiera en el disco grandes canciones. Y aquí es donde Iman y Ana, con la estimable ayuda del tercer ‘amor’ en discordia, Guille Briales,  han dado una verdadera lección a la hora de combinar estribillo pegadizo y letras ingeniosas. Solo hay que escuchar esa descarnada descripción de la masculinidad tóxica en la que se convierte “Ave Rapaz” para darse cuenta de ello. Tema que se hubiera convertido en éxito televisivo hace cincuenta años en la boca de Massiel. Pero es que luego se sacan de la manga una canción  como “Caras nuevas” y uno no puede obviar lo bien que le sienta a esa ‘libreta en el desván’ esos arreglos de trompeta de aires fronterizos. Un esplendoroso toque Arthur Lee (Love), combinado con la inocencia de Jeanette. En “Humo negro” se ponen solemnes en un medio tiempo con una prosa de apariencia seciIlla, pero con una enorme carga de profundidad. Pocas veces se ha descrito de forma tan certera la depresión pura y dura. (“Es mi soledad como una venda, me cubre los ojos me los ciega"). Le sigue “La Culpa”, homenaje al sonido ‘caño roto’ y a Las Grecas, con ese bajo gordo y trotón repleto de negritud gitana. Todo un acierto. “Ese lugar” suena delicada con unos arreglos que parecen sacados del manual del maestro Augusto Algueró. Y aquí he de hacer un inciso en la labor que ha realizado Raúl Pérez en su estudio sevillano de La Mina. Todo un laboratorio sonoro que le ha dado a este “El camino” una robustez que puede mirar cara a cara  a cualquier producción realizada allende de nuestras fronteras.  “El camino”, el tema, se contagia de los sonidos fronterizos y del aroma del desierto de los “spaghetti western” con Morricone en un altar. “Soleada” es puro La Femme de "Teatro lúcido" y nos recuerda la conexión que tienen Iman y Ana con el combo francés. “Cumbia de la serpiente” es la canción más desubicada del disco, pero aún así cumple su función gracias a una fábula muy bien narrada que borra de un plumazo cualquier suspicacia. “La sirena” es para mi la más floja del lote, con ese toque trágico-romántico que habría encajado en el cancionero de Sergio y Estíbaliz. Y el broche lo pone esa fusión  entre el universo de Jeanette y el de Guille Milkyway de La Casa Azul materializado en una “canción de despedida” que cumple literalmente su función. 

Adios Amores son uno de los proyectos que más interés puede despertar en 2024. Pero, como afirmábamos antes, ahora les queda el camino más difícil de transitar. El de defender, con la solidez que les debe proporcionar una banda, unas canciones a las que podrían despojar de sus arreglos, sí. Pero entonces tengo claro que no sería lo mismo. Y es que el ropaje tiene mucho peso. 

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