Klima

Adala vuelve a los escenarios, después de dos años de silencio, con “Klima”: una clara declaración del parón reflexivo que vivió. Un disco lleno de presencia literaria y un trabajo teórico que va desde la conciencia medioambiental del activista Murray Bookchin, el recuerdo de tiernos y conceptuales personajes como Eduardo Manostijeras o Peter Pan, ensayos pedagógicos de Mercé Conangla o las distópicas sociedades de ficción en clave política de Úrsula K. Le Guin y Nnedi Okorafor. Y como siempre, letras sencillas (en el mejor sentido de la palabra) con metáforas claras pero profundas y una directa crítica social que nos recuerda al estilo poético de Galeano.

Junto a Otger Iber y Quim Simó y grabado de forma casera, entre colchones aislantes y estructuras de madera reciclada, “Klima” ha sido cocinado a fuego lento en el estudio de “l’Antàrtic”. Este centro, multidisciplinar y autogestionado por ellos y otros artistas, es una de las piezas claves para la creación del disco. Un espacio cómodo y abierto las veinticuatro horas del día que permitió a la banda hacer una experiencia biomusical de grabar en zapatillas sin la prisa de cerrar el local y parar en seco la inspiración. Dieciséis temas, en homenaje al doble álbum del vinilo, en un año donde diferentes artistas se han atrevido con discos remarcablemente largos (a pesar del ritmo frenético y fugaz actual). ¿El motivo? Tal vez una influencia del confinamiento de 2019 donde el arte y la creación se desplegaron, sin la presión de un plazo ni un objetivo concreto en un periodo sin tiempo.

Adala consigue un disco que lleva la marca que antaño le definió. Aunque el dominio del reggae en “Klima” es evidente, el artista lleva a su terreno otros estilos como el dancehall o el funk, con “Amor, Familia y Lluita” o “Foc Lent”. Sin embargo, el tema más destacable es indudablemente “Aire”: una propuesta electrónica que actualiza el sonido de Adala y que le regala una nueva faceta más madura e interesante. Un nuevo rostro, casi sombrío, que le favorece en sobremanera.