Después de la furia incontrolada de aquel aplastante “Control” (Jade Tree, 02), en el que David Bazan soltaba toda la bilis que le quedaba en el cuerpo, el de Seattle vuelve en esta ocasión con un disco extrañamente tranquilo, más lineal en lo que se refiere a la dinámica de las canciones, pero a su vez dando de lleno en las melodías, con unos riffs de una frescura sorprendente como el de “Foregone Conclusions”, con un acento marcadamente pop despuntando entre la crudeza de su sonido y con una colección de canciones redonda y absolutamente sorprendente.
Aparentemente alejado de su atormentarse religioso y moral, esta vez se mira a si mismo como un héroe de la clase media, abandonando lo cíclico en la temática de las canciones que presentaban sus dos últimos discos, el mencionado “Control” y “Winners Never Quit” (Jade Tree, 01), planteando la monotonía diaria desde un punto de vista amable, aunque a veces cínico, en el que se muestra cómodo, lo que le permite afrontar su quinto disco de un modo que ofrece una dulzura inusitada en alguien capaz de haber firmado canciones como “Rapture”. No, si ahora será verdad eso de que la música amansa a las fieras.
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