Sin hacer ruido de más, Abhir Hathi se ha convertido en uno de los nombres de referencia entre los prescriptores y los entendidos de la nueva escena nacional, a la que cuesta adscribir a ningún género en concreto, al que la etiqueta urbano se le queda pequeña. Una verdadera escena alternativa que en España nace indudablemente del know how del boom del trap y que no se resigna a hacer lo que venimos llamando (ya no sé si erróneamente o no) música mainstream. ¿Es mainstream un artista local que en el momento de escribir esta reseña frisa el millón de oyentes mensuales? Esta cuestión, como otras muchas, son las que surgen con lanzamientos como ‘BROWN BOY’, el nuevo álbum de Abhir Hathi, uno de esos trabajos que llegan al panorama cargados de ruido a sus espaldas, y que demuestran el buen estado de salud de un público español al que estas propuestas le hubieran resultado prácticmente incomprensibles hace un lustro atrás. ¿Por qué? Sencillamente porque ningún artista se había dedicado a trasladar los códigos imperantes en la escena alternativa anglosajona -¿Qué es alternativa en un mercado donde cualquiera de los popes de este movimiento oscila entre leyenda y headliner de SuperFestival?-.
‘BROWN BOY’ es un álbum de profunda raíz norteamericana, y su hacedor Abhir Hathi es uno de los artistas que se han criado con Kanye West del mismo modo que los de la generación anterior se criaron con Don Omar. La diferencia es que sobre Kanye hay poco que innovar. El paso del tiempo es inexorable. Abhir Hathi lanza un álbum que intenta combinar el zeitgeist creativo en el que está sumergida la escena musical canaria, con el background de Toronto o Chicago, por otro lado, fuentes principales de inspiración de otros puntas de lanza de la misma como Cruz Cafuné. El mandato de construir local para alcanzar lo global debería imponerse frente al dominio de la inspiración.
Con todo, estamos ante un LP sophomore que supone un paso adelante en la carrera de Abhir y que seguro sorprende a muchos oyentes nacionales que “ya estén dentro de la movida”. A pocos ajenos a las nuevas tendencias les será posible abrir la puerta. La atmósfera en la que se envuelve todo el trabajo es coherente y Abhir consigue llevarla hasta el final, sin aburrir y sin que se le caiga escurra los dedos. A medio camino entre esa ‘MUZIK 2 RIDE 2’, de la que hace gala el propio Abhir y algún momento épico y procesional, mezclando los bajos fuertes y la velocidad de muchas de las melodías vocales. Ese es un trabajo que, por desgracia, pocos artistas en España que vienen del underground saben llevar a cabo, sonando, a veces, a una acumulación de flows y diseños de producción cada uno de su padre y de su madre. Ayuda que Abhir haya trabajado el álbum con Saint Lowe en casi su totalidad, y el resultado es óptimo en ese sentido.
Lo que no entiendo tanto de todo lo que rodea al proyecto de Abhir es el intento de trasladar al público, storytelling mediante, que es un álbum donde rescata una influencia y herencia india que no termina de cuajar en el oído del oyente si escucha el álbum entero y menos si llega a él a través de canciones sueltas y/o playlisteadas. Hay más de la experimentación de M.I.A. (por anglosajona) que de esa raíz. Más allá de ciertas letras (‘HIJO DE INMIGRANTES’; ‘BOMBAY A LAS PALMAS’,…) hay más de egotrip (bien hecho) que de, como diría Dellafuente, “música folklórica atemporal”.
Abhir acierta en ‘BROWN BOY’, que supone un álbum notable y un golpe en la mesa en lo que se refiere a evolución personal. En este caso, el nivel de apoyo de los partners musicales y la divulgación (que no crítica) audiovisual, fija unas expectativas que no termina de alcanzar. A pesar de eso, el talento está más que presente y la buena lírica domina desde el primer momento en el álbum: (“Cristalino como el mar en Portugal”), al final (“Racks se hacen grandes ya no llaman tanto a mami, hubo que lucharlos ahora olemos a tatami”). Logrando, entre medias de su hora y pico de trabajo, momentos brillantes como ‘ABEL’ o sus colabos con We$t Dubai, Cruz Cafuné o Quevedo. BROWN BOY’ gana con cada escucha, y su profundidad es de esas en las que no haces pie ni aunque quieras. El ruido a su alrededor le habrá puesto en el punto de mira, pero Abhir quiere ser el ojo del huracán, y eso no hay quien lo pueda crear salvo él mismo.
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