Ante la crítica del primer disco en cuarenta años de una de las bandas más famosas y exitosas de todos los tiempos, ABBA, lo primero es poner las cartas encima de la mesa. Ni estoy entre los mayores fans de la banda sueca, ni me encuentro entre sus 'haters', ABBA siempre me ha parecido un grupo de grandes sencillos, con dos compositores con un increíble gancho por la melodía (algo a lo que soy adicto) y dos cantantes muy buenas por cuenta propia pero maravillosas cuando sus voces cantan al unísono, capaces de entregar canciones tan grandes y asombrosas como “Dancing Queen”, “Waterloo”, “Take A Chance On Me” o “SOS”. Pero también me ha parecido que la banda siempre tuvo una sospechosa tendencia hacia la sacarina, capaces de sacar también cosas ante las que no puedo evitar cierto sonrojo incómodo, como “Chiquitita” o “Thank You For The Music”.
Bien, pues en este “Voyage” hay un poco de ambas, aunque (como en su carrera) se imponen las primeras a las segundas. Eso sí, cualquier grupo capaz de encontrar hueco en un disco para una canción tan irritante como la navideña “Little Things”, es un grupo con un serio problema, aunque luego sean capaces de entregar un “Don't Shut Me Down” o un “Just A Notion” que casi podrían aguantar la comparación con los mejores momentos de “Gold”.
Aunque esa es otra de las cosas claras de este disco, igual que ha pasado con los vídeos o la famosa gira que van a protagonizar, en la que no aparecen ellos sino sus ‘ABBA-tars’, esta es música que suena como si no hubieran pasado esos cuarenta años, evitando arrugas y cualquier sonido posterior a 1981, esto es ABBA dejando claro que esto va dedicado a su fiel legión de fans, olvidándose de cualquier posible actualización de su sonido por uno totalmente fiel al original. De ello surgirán las principales críticas y las principales alabanzas, lo primero por inmovilistas, lo segundo por ser fieles a sí mismos. Creo que en este caso, me decanto por lo segundo, no creo que su público estviera reclamando una versión de ABBA producida por su compatriota Max Martin (otro gran hacedor de éxitos) sino canciones para escuchar junto a “Mamma Mia” o “Gimme! Gimme! Gimme! (A Man After Midnight)”. Además tampoco es necesario porque desde hace unos años la música disco, una de las principales influencias de la banda, vuelve a estar de moda gracias a nombres como los de Jessie Ware o Dua Lipa.
Björn Ulvaeus y Benny Andersson siguen componiendo suntuosas melodías tan pegadizas como un chicle y las rodean de una producción perfecta para ellas, recargada y excesiva, con capas y capas de instrumentos y voces. De estas últimas se siguen encargando principalmente, como siempre, Agnetha Fältskog y Anni-Frid Lyngstad, y, a pesar de sonar un poco más graves (como es normal), siguen sonando maravillosas juntas, recordando sus tiempos de gloria.
En el disco hay un poco de todas sus especialidades, las melodramáticas baladas, a lo “The Winner Takes It All”, como ese “I Still Have Faith In You”, que parece un homenaje a todos esos fans que han hecho que su popularidad solo haya ido aumentando en estos cuarenta años de ausencia, o “I Can Be That Woman”, con esas letras sobre crisis de mediana edad que llevaron a Pete Townshend a declararse fan de la banda declarando "ABBA fue una de las primeras grandes bandas internacionales que se ocupó de los problemas de la gente madura". También hay canciones perfectas para la pista de baile, como la irresistible “Don't Shut Me Down”, un guiño a su mejor canción, “Dancing Queen”, y a su piano, ese sobre el que solo se pueden construir maravillas pop, o “Keep An Eye On Dan”, que no funciona tan bien.
Desde luego hay guiños a los finales de los cincuenta y principios de los sesenta, otra de esas épocas de la que se suelen nutrir Ulvaeus y Andersson, con una buena pátina Glam en la producción como en “Just A Notion”, donde si las voces de Fältskog y Lyngstad vuelven a sonar tan absolutamente parecidas a su época dorada es porque están grabadas en 1978, que es cuando grabaron la primera versión de esta canción, o “No Doubt About It”, otro de los ases ganadores de este disco, que suena como las brillantes canciones de glam-pop que produjeron hace casi medio siglo. También están esos toques folclóricos que les gusta meter, como en “When Youn Danced With Me” o “Bumblebee”, perfectas compañeras de “Fernando” y esas otras canciones en la frontera entre el mejor pop y el camp más sonrojante.
En definitiva, un disco que contentará a los fans y no hará cambiar de opinión a los críticos de la banda. Un disco de ABBA que suena a ABBA por los cuatro costados, no hay ningún tema a la altura de sus clásicos absolutos pero sí unas cuantas que podrían funcionar a la perfección en un “ABBA Silver”, en vez de “Gold”, o en la tercera parte de la saga “Mamma Mia”.
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