Al igual que sucede con el pop, el rock o la electrónica de baile, el ruido como género musical lucha desde hace décadas contra sus propios límites, el anquilosamiento y la repetición. Antes de emplearse a fondo en la composición de bandas sonoras y en colaboraciones con heterodoxos como Swans o Brian Eno, el australiano Ben Frost consiguió darle un vuelta de tuerca al estilo con “By The Throat”, álbum de referencia que hace un lustro le daba la espalda al extremismo a costa de apostar por el alma, y cuya excelente acogida justifica el interés que ha despertado “A U R O R A”, su primera referencia para Mute.
Y ahí va la primera advertencia: estamos ante un trabajo cuya escucha exige joder bien fuerte a tus vecinos o explotar las posibilidades de los auriculares hasta situarse al borde del tinnitus. “A U R O R A” será una experiencia física o no será nada -un churro, de hecho, si lo sacas por los altavoces del ordenador-. O en palabras de su propio autor… “la idea es que te sientas dentro de un puto acelerador de partículas, que vivas la experiencia de un baño de fotones”. Esto es, el dramatismo que caracterizaba a “By The Throat” muta en confusión y agresividad, abandonando los pasajes más o menos melódicos en pos de una concepción musical que desde el despegue inicial en “Flex” se interesa por las texturas y que encuentra en esa epopeya interplanetaria que es “Nolan” la síntesis perfecta de esta nueva etapa.
Es también “A U R O R A” el trabajo más electrónico de Ben Frost hasta hoy, por mucho que bestias pardas como Greg Fox (Liturgy) o Thor Harris (el vikingo que aporrea los tambores en Swans) echen una mano para hacerlo aún más físico y amenazante. Un disco que no para de crecer con las sucesivas escuchas a costa de situarse en algún punto intermedio entre Cut Hands y el abrasivo Third Eye Foundation de los primeros discos.
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