Shara Worden empezó a escribir las canciones de “A Thousand Shark’s Teeth” antes que las de “Bring Me The Workhorse”, que se acabaría convirtiendo en su debut. La épica y arrebato de su primer disco emparentó a Worden con el romanticismo (y de forma muy especial, con el amor/horror que despierta lo sublime).
Dos años después de “Bring Me The Workhorse” nos llega su sucesor, que a partir de la crónica apasionada presente en “Inside A Boy” y “The Ice And The Storm” nos embarca en un viaje vanguardista en el cual se despliega un gran abanico de instrumentos y referentes genéricos que van desde las percusiones tribales de “Apples” hasta el pop orquestado y magnificente de “To Pluto’s Moon” o Maurice Ravel, del cual se adapta una ópera en “Black & Costaud”, todo ello sin perder el virtuosismo vocal de Worden, que en algunos momentos puede dejar indiferente –por culpa de sus ejecuciones perfectas– pero que a copia del trabajo con conocimiento de causa supera muchos de los hallazgos puramente intuitivos que inundan la música pop actual.
Inicialmente pensado para ser un disco para cuarteto de cuerda y voz, “A Thousand Shark’s Teeth” no debe escucharse como continuación de su antecesor sino como precuela que recoge algunos de los hallazgos, pero que investiga otros caminos, quizá menos digeribles aunque de igual interés.
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