“Los Angeles” de Flying Lotus, como un reverso Costa Oeste del sello de Sheffield, fue una de las grandes nuevas de Warp en el último lustro: si la influencia del hip hop siempre se había filtrado por las rendijas de la IDM warpiana, el colectivo californiano emprendía exactamente el camino contrario. En aquel disco destacaba poderosamente la voz sinuosa y ajada de Gonjasufi, un freak digno de aparecer en “El hormiguero”, con una imagen a caballo de George Clinton y un líder talibán cualquiera, que para rematar la jugada se nos planta en escena como abanderado de una causa místico-religiosa. Cualquiera lo diría tras escuchar un disco de debut de efectos cannábicos: narcotiza y provoca la risa boba. Y es que en su soleada reactivación del espíritu trip-hop Gonjasufi se gasta una retranca admirable, lo que queda muy lejos de señalar “A Sufi And A Killer” como una broma. Poca broma, de hecho. Con un espíritu gamberro que, sin duda, ha mamado del punk y técnica turntablista, nuestro hombre se monta una fiesta en toda regla por la que pone a desfilar al Tricky de los buenos tiempos, el rock ácido y hasta a nuestras Las Grecas. Dónde queda el templo que yo me apunto a la secta a la de ya...
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