“Parachutes” (EMI, 00), un chorro de sangre a la cabeza (y los bolsillos) del pop mainstream británico, el diario de a bordo de una relación a la deriva pero capaz aún de mantenerse a flote, vence a los puntos (los de “Shiver”, “Yellow”, “Everything´s Not Lost” y “Trouble”) al segundo esfuerzo de los londinenses.
Más dinámico y robusto que su predecesor; menos afectado, dirán algunos, “A Rush Of Blood To The Head” supone la héjira de Chris Martin desde la Medina vocal de Jeff Buckley a La Meca de un decir más personal, en el que la tesis del talento perdura –“In My Place”, “Daylight” y “Clocks” así lo certifican- y la presunción de genialidad se esfuma: las carencias de su entorno inmediato (Haven, The Music, incluso la recuperada hermandad uniceja) han jugado a su favor más aún que la propia prensa inglesa, tan necesitada siempre de titulares hiperbólicos.
Aún así, el cuarteto le gana el pulso al presente gracias a una colección de canciones que, aunque flojea en los textos -la relación de antaño, definitivamente rota, es el leitmotiv casi constante desde el que Martin construye, lastimeramente, cada uno de sus ensimismados versos-, triunfa en el apartado melódico –a pesar de que “A Whisper” y “Green Eyes” emborronen parcialmente el todo-, reafirmando su condición de banda perdurable y personal con "A Rush Of Blood To The Head". Al menos a día de hoy.
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