El mes pasado por estas páginas hablábamos, a propósito de Cass McCombs, de toda esa estirpe de outsiders que han escrito episodios gloriosos en la intrahistoria del pop.
Y en menos que canta un gallo, otro se sube al barco de los malditos y encima en primera clase, porque el primer larga duración de Jeremy Jay es, digámoslo ya, excelente. El nuevo descubrimiento de Calvin Johnson, padre de más de un milagro pop con alma rara, es el eslabón perdido entre Dan Treacy y Epic Soundtracks, la tercera parte de un trío maravillas que sabe que la emoción es cosa de los pequeños detalles. Y “A Place Where We Could Go” tiene unos cuantos. Como el punteado de guitarra de juguete que suena al final de “Escape To Aspen”, los aires de Buddy Holly en “Hold Me In Your Arms Tonite”, el inocente espíritu glam de “Beautiful Rebel”, el piano saltarín de “Someone Cares”, micro-himnos memorables como “Heavenly Creatures”… Jeremy Jay es un David Bowie en miniatura, es un Robyn Hitchcock loco por el catálogo de K Records, es Stephen Pastel enamorado del glam rock que importa, es, en definitiva, otra epifanía pop memorable, lejos de los grandes focos y muy cerca de nuestros corazones. Perfecto, vamos.
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