A lo largo de su carrera Incubus han ido derivando de un crossover inicial muy deudor de Faith No More a un sonido tan blanco e inmaculado como inofensivo y accesible. Tan accesible que se han convertido por méritos propios en todo un fenómeno de ventas que también está catapultando a su nuevo trabajo. No en vano no existen tantas diferencias entre este disco y el anterior, pese a contar ahora en las labores de producción con el afamado Brendan O’Brien, rompiendo de esa forma su fructífera relación con Scott Litt.
Una nueva colaboración que incluso les hace sonar más próximos a Pearl Jam que nunca, (“Southern Girl”, “Made For TV Movie”), pero que tampoco ha representado ninguna revolución en su sonido. De hecho el disco continúa manteniendo un elevado nivel técnico en la ejecución, combinado con el mejunje de soniditos que Dj Kilmore va lanzando sobre la muralla de riffs y los excelentes registros vocales del guapo Brandon Boyd.
Como resultado, un disco que dice mucho sobre cómo están las cosas hoy en día en esto del nuevo metal, género del que Incubus siempre han representado su lado más amable y limpio. Me temo que no está la cosa para tirar cohetes y que las ideas no fluyen como debieran tras el paso adelante que siempre significa encontrar un estilo propio. Que se lo digan sino a Deftones o Limp Bizkit, que no levantan cabeza.
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