Ni bilis, ni testosterona, ni nostalgia de un Compton en el que nunca viviste y nunca vivirás. Para hacer un buen disco, incluso para hacer una obra maestra del hip hop, hacen falta otras cosas. El flow tiene bigotillo, rostro enjuto, mirada pícara, nombre -Oliver- y apellido -Sarmiento-. Y también tiene amigos: Amparanoia («Hacer Dinero»), Sólo Los Solo («Alta Fidelidad»), Kami y Supernafamacho («Lo Peor Junto») y Company Flow («NYC-BCN»). El segundo disco de los catalanes no tiene ni un solo segundo prescindible. De principio a fin, Mucho Muchacho, Dive Dibosso y Eddy «La Sombra» consiguen lo que previamente otros adalides del rap patrio casi habían logrado: la sensación de que no podía ser mejor. La austeridad característica de sus canciones no quita brillo a un disco de excelsa producción, inclasificable dicción y exquisito sonido. Variado, adictivo, colorista y trabajado -sí, eso también influye- hasta el detalle. No nos engañemos: no es la escena en general la que alcanza la mayoría de edad. Son discos como éste los que se ganan el trasnochar con sus mayores. Otro hito.
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