Graduation Day

Conceptualizar el acoso sexual —culpable o no— para aumentar la notoriedad es tan delirante como despreciable. Hemos dicho que veníamos a tratar de música —no hay nada más lamentable que un Sanedrín fuera de lugar — pero en el caso de este disco está claro que las fronteras son líquidas, generando no un fracaso ni tampoco un tiro errado, sino un disparate, un completo error, como lo sería un Chris Brown rapeando jactancioso acerca de la paliza que le dio a Rihanna.

Las aproximaciones y espantadas en torno a la figura del mexicano-neoyorkino han sido infinitas. Remezcla y una ristra de medios decidían obviarlo para así borrarlo de la historia, mientras Nicki Minaj colaboraba con él en “FEFE” y lo añadía al tracklist de “Queen” para más tarde soportar la represalia social y especializada. Algo semejante ha ocurrido con esta reseña: la duda de si acaso debería escribirse algo más sobre este tipo ha sido pertinaz, incómoda y el veredicto, como sigue siendo hasta día de hoy, no concluyente. Ignorar el lanzamiento habría sido una estrategia loable si quisiéramos aplicar una justicia que no nos corresponde. Es nuestra labor retratar el lanzamiento y darle al play lo que el rapero espera.

6ix9ine no tiene nada de especial más allá de su ascenso meteórico entre masas de jóvenes yanquis. Quiere ser irreverente y se pasa de largo sonando impostado, rugir con la rabia de un doberman infectado y satura las instrumentales (lo mejor del disco). Ah, y las letras. “She wants the whole gang bussin' all in her pussy. I want the drip, drip while I get my dick licked” a gritos rodeado de una veintena de cenutrios pertenecientes a los Bloods. ¿En serio? Valgan las bandas, la violencia, las hormonas de un adolescente y sobre todo valga el poder de la ficción. Pero estar acusado de abuso a una menor, declararse culpable, estar pendiente de tres años de cárcel, ser incapaz de dar una versión coherente de los hechos, sacar tajada y hacer bromas sobre el tema no tiene gracia. Ninguna.