El grunge quedará en la historia como el género que revolucionó el rock n roll del día a la noche y dejó un rastro indeleble, teñido de profunda nostalgia, tal como la tesitura de sus canciones grises pero vigorosas, que permitían a una juventud furiosa gritar sus frustraciones con una estética propia, heredada de la húmeda Seattle y sus trescientos días de lluvia por año. Del mismo modo que el género pasó por las vidas de toda una generación, casi tomándolo por sorpresa y sin permitirse una evolución lógica gracias a la desgraciada urgencia de las muertes de muchos de sus principales referentes, hoy reaparece así también: de golpe.
Es que estamos hablando del disco debut –aparecido de la nada como una perfecta sorpresa– de 3rd Secret, supergrupo que junta a Matt Cameron (batería, Pearl Jam/Soundgarden), Kim Thayil (guitarra, Soundgarden) y Krist Novoselic (bajo, acordeón, Nirvana). Estos tres históricos de la revolución alternativa están acompañados por John Dupree de los clásicos hardcore Void a la guitarra y por las vocalistas Jillian Raye –compañera de Novoselic en la banda Giants In The Trees– y Jennifer Johnson.
Este disco, producido por Jack Endino, otro nombre ilustre de la época, es un acierto como propuesta, pero digámoslo: si esperas arrebatos en plan “4th Of July” o “In Bloom”, puedes ya mismo volver a tus polvorientos compacts. Este grupo podría haber sido un bicho raro en aquellos días en el que el grunge mandaba en todos los canales de exposición mainstream porque de alguna forma extraña reviste cierta particularidad que lo deja en un lugar de sofisticación.Tiene melodías densas, guitarras pesadas, voces oscuras, armonías deprimentes pero también tiene espacio, aire, atmósferas folkies y una calidad de sonido excelente.
El hecho de tener dos cantantes femeninas renueva el sonido y supera al preconcepto que se puede tener apenas saber de la existencia de la banda.
Las once canciones pasan como estaciones de tren ligeramente distintas: en cada una sucede algo diferente, pero todas están pintadas y decoradas de forma similar. Así es como se gesta una obra coherente y con poder conceptual. Las voces –que por momentos recuerdan a Holly Golightly– destilan personalidad y las guitarras pasan con altura la prueba de ser las responsables de dar sentido al drama de estas canciones sentidas pero dinámicas.
El hipnótico desarrollo instrumental en “The Yellow Dress” que cierra el disco a tope de emoción, las calmadas melodías de “Winter Solstice”, la pesadez de “Lies Fade Away” y el groove Sabbathico y psicodélico de “I Choose Me” denota el oficio y el buen gusto de unos músicos nacidos para hacer esto.
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