A finales del pandémico 2020 Jon Agirrezabalaga, el guitarra espigado de los añorados WAS (We Are Standard), estrenó su primer álbum con el alter ego de Zabala y el título de "Martian Civilization", a la vez que continuaba con su trascendente carrera como productor desde los estudios El Tigre de Deusto, por donde han pasado desde veteranos como Gari, Kokoshca o Rafa Rueda a grandes promesas como Verde Prato, Sara Zozaya o Airu. No finaliza ahí su promiscuidad musical, acaba de publicar un nuevo álbum como Black Crystals, también proyecto de música elecrónica, además de componer para teatro o cine; la música por ejemplo de "Cabeza y corazón", un documental de Ainhoa Andraka y Zuri Goikoetxea, que ha terminado junto a Oier Aldekoa. En su día también musicó algunos cortometrajes o estrenó en el Teatro Arriaga una nueva adaptación teatral de "Madre Coraje" de Bertolt Bretch.
En esas dos facetas se mueve actualmente Jon, la electrónica y las bandas sonoras. De hecho "Martian Civilization" (Original Motion Picture Soundrack), que presentó como última oportunidad, este jueves noche en Bilborock y dentro del Festival Zinebi, viene a ser una especie de ensoñación electrónica retrofuturista sobre una película por hacer. A falta de la misma, en el directo se acompaña de los visuales que proyecta frente a él su hermano Mikel Aguirrezabalaga, material audiovisual porpio mezclado con metraje producido por Rafa Zubiria y Asier Bueno, imágenes a veces abstractas o en negativo y otras mucho más cotidianas, que van de unos pies caminando por la arena de una playa a relieves crespusculares, reflejos acuáticos, descomposiciones de luz, barriadas grises, rascacielos nocturnos, rostros y figuras humanas, plantas, bosques y por supuesto paisajes desérticos del planeta rojo, porque estamos ante una especie de distopía futurista en Marte.
Zabala extiende los 45 minutos del álbum a casi una hora, y enlaza los 14 cortes casi en su mismo orden, con alguna pequeña variación. La música es unas veces contemplativa, atmosférica, otras tiende a pasajes enigmáticos y por momentos se hace sinuosamente bailable, más rítmica; siempre inmersiva y que exige no despistarse, una concentración mental que disipe el resto del mundo. Estamos o no estamos en Marte. Navegando entre el thriller amenazante y la sci-fi noir (o roja por aquello del cuarto planeta), su exploración electrónica, entre el drone y el beat ambiental, nos sitúa en sonoridades etéreas y gélidas, hasta casi divisar una supuesta civilización marciana, que probablemente se asemeja en algo (o más que algo) a nuestras miserias terrícolas. Para todo ello, Zabala se sirve de dos sintetizadores, Korg MS 20 y Roland Juno, dos samplers, Elektron Digitakt y Elektron Octatrack, un efecto Space Echo y una guitarra Fender Stratocaster que toca brevemente y nos retrotrae a Brian Eno y Robert Fripp. Finalmente la velada se alarga con una sesión de de DJ a cargo de Easyer.
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