La quinta y última fecha de Zeke en la península por su actual gira contó con dos teloneros de lujo, que sumados al brutal show que ofrecieron los de Seattle hizo posible considerar aquel sábado como uno muy especial. Personalmente viajé ochenta kilómetros para disfrutar por primera vez de una de las bandas de mi vida, pero es que un simpático tipo que conocimos, Joseca, venía desde Tenerife para algo similar, quitarse la espina clavada de no haber visto al Blind Marky y sus secuaces del ruido sobre las tablas. Para todo, siempre hay una primera vez, aunque algunas se recuerdan con mayor intensidad que otras.
Kuma No Motor llegaron y arrasaron con todo. El trío de crust punk y hardcore, proveniente de Baiona, se centró sobre todo en su último álbum, “Baiona Zikina”, del que interpretaron, entre otras, “Eguzkiak ez gu guretzat argitzen, baina hemen gaude” o el tema homónimo, compuesto por una introducción y una parte final cercanas al stoner y con una central en la que le dan zapatilla de la buena. Otros temas más antiguos, como “Banpiroak”, completaron un repertorio de media hora larga caracterizado por su potencia y por lo demoledor de la propuesta. Se despidieron con un homenaje al grupo principal, regalándonos ese maravilloso “Let’s Get Drugs”, que dada la sobriedad de Zeke hoy día más podía pegar al joven trío.
The Capaces también saben lo que es estar en el escenario y controlar ese ambiente único que se genera cuando suena el rock n roll más directo y crudo, y deben disfrutar haciéndolo porque los de Barcelona llevan ya veinticinco años subidos a uno y aún suenan frescos y duros, comprometidos con la causa de la música. Su último álbum alberga sonidos más cercanos al rock clásico, como “Monsters” o “Witch” —dedicada a todas las sorginas— , que sonaron con auténtica pegada, aunque también hubo hueco para temas punk rockeros de los que animaron aún más al público congregado. Pero su concierto quizá debiera catalogarse simple y llanamente de rock veloz, ese speed rock con influencias del high energy que, junto con una vocalista carismática y salvaje redondearon un gran show.
La noche ya se sentía del todo caliente —de hecho el omnipresente pogo comenzó con la última melodía de los catalanes— cuando salieron a escena los cuatro que iban a enlatar —y perdonad la expresión— lo más reseñable de su carrera en cuarenta frenéticos minutos. Los miembros originales Blind Marky Felchtone (voz y guitarra) y Donny Paycheck (batería), recorrieron todos y cada uno de sus álbumes junto a Jeff Hyatt a la guitarra y Jason Freeman al bajo, prácticamente sin detenerse en ningún momento y diría que en ocasiones tocando aún más rápido que en los discos. Arrancaron los motores de su “rock n roll a toda hostia” con un tema de su debut de hace treinta años, “Highway Star”, curiosamente una de las más melódicas del repertorio. Y después, ya sabéis, velocidad, punteos maníacos, hardcore y sálvese quien pueda. Disparos de su más reciente trabajo largo, “Hellbender”, como “Two Lane Blacktop” o “All the Way” fueron seguidas de clásicos de la fuerza de “Chieva Knievel”, “Slut”, “Raped” o “Mainline” para gozo de una Jimmy Jazz llena como al 80%.
El grupo de punk n roll y hardcore desgranó su catálogo de, sobre todo temáticas automovilísticas y sexuales, y soltó varias canciones de uno de los álbumes favoritos de los fans, el “Kicked in the Teeth” de 1998, como “God of GSXR”, “Twisted” —que podíamos decir que es su “balada” al bajar considerablemente las pulsaciones por minuto y que tanto coro propició— o la versión de “Shout it Out Loud” de Kiss que ya es un clásico en su acelerada versión. Sonó varias veces el clásico propio de su álbum de debut “302 Cubic Inch V-8 Powered Blues” sin llegar a finalizarlo, y metiendo otras canciones en medio —como la suprema y siempre pertinente “I Don’t Give a Fuck”— para culminar finalmente con esa parte final bluesera a la que esperábamos ansiosos. Otro de esos ineludibles temas para ir finalizando, el “Zeke You” que, entre otras cosas bautiza su página web, y que tiene el honor de ser su canción más larga (unos tres minutos), además de un himno como pocos. Después, la veloz y a la yugular “Lawson”, y hasta la próxima. No hicieron bis, lo que extrañó, y a algunos mosqueó, pero siendo honestos … es que ya habían cumplido de sobra con su cometido.
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