Wu Lyf, divino tesoro

Las expectativas eran altas, pero no había más que ver aparecer a WU LYF (siglas de World Unite! Lucifer Youth Foundation) sobre el escenario para convencerse de que, efectivamente, les da bastante igual cuál sea el peso que se haya colocado sobre sus hombros. El cuarteto de Manchester, que ronda los 22 años, abría su primer concierto en nuestro país con los acordes de “L Y F”, y en apenas dos minutos había contagiado todo su entusiasmo a una Moby Dick que estaba llena hasta la bandera. Su frontman, Ellery Roberts se abría la chupa vaquera y se golpeaba el pecho descubierto con los puños para aullar desde las entrañas el “I love you forever” del estribillo; cuando volvía a poner las manos sobre el teclado, lo hacía con un movimiento espasmódico que a pesar de recordar a su paisano Ian Curtis, sólo podía salirle del alma. Su combinación de actitud y juventud les redimía de la pose y les hacía convincentes, transmitiendo la sensación de que todo el misterio que les ha rodeado quizá provenga más de la pureza que sólo se puede tener a cierta edad y que tan a menudo escasea en el escaparate musical. Continuaron con “Cave Song”, y a partir de ahí se perdieron en un aleatorio por el que en menos de una hora pasaron los diez temas de “Go Tell Fire to the Mountain”, el disco que, a golpe de debut, les ha convertido en el secreto mejor guardado del Reino Unido. Fieles al envolvente sonido del álbum, aunque pidiendo más reverb en alguna que otra ocasión, convirtieron a todos los allí presentes a una causa que, encajando perfectamente con los tiempos que corren, habla de amor fraternal, de protegerse del desastre heredado, de ser valiente ante la adversidad, de permanecer unidos ante la evidente decadencia social. Y aunque, al igual que en la grabación, sólo era posible descifrar algunos versos de entre las desgarradoras voces, el público enfervorecido dio en todo momento muestra de que había captado el mensaje, coreando estribillos como el de “Concrete gold” o “Heavy pop” a modo de himno. Al grito de “We bros”, y con varios miembros de la banda ya sin camiseta, Roberts le lanzó el micro a sus fieles y con un “gracias” en perfecto castellano finalizó el concierto. Y los cuatro desaparecieron del escenario. Como si ahí no hubiera pasado nada.