Mikel Rentería & The Walk On Project Band abren la velada en un atestado Kafe Antzokia -la Fundación Walk On Project organiza el concierto-, a quien se les une el mismísimo Steve Wynn al término de su actuación, como un colega más. Predomina entre el público la vieja escuela del rock, que nunca muere.
The Dream Syndicate regresa a nuestros lares un año después de su actuación en el Azkena Rock Festival, donde presentó su exquisito “How Did I Find Myself Here”. Esta vez vienen con material nuevo, “These Times” (Anti, 2019), un disco “urgente”, coproducido por John Agnello, sobre los tiempos de zozobra existencial y enajenación social que vivimos. Abren sin embargo con la pieza que da título a su álbum anterior, un maravilloso ‘calentamiento’ cuyos solos demenciales a la ratonera guitarra desvirtúan la cuidada versión de estudio, que captura un trance armónico que dinamitan en directo. Primera ovación de un caldeado público al virtuosismo desenfrenado del guitarra Jason Victor. Su sonido en directo es mucho más cañero que la excelencia de estudio a la que nos tienen acostumbrados. Pero a eso se viene a un concierto: a desgañitarse y a descargar la frustración cotidiana.
Enlazan con rapidez punkarra “Put Some Miles On”; “from the last gig to the next show…”, entona el siempre elegante Steve Wynn, ataviado con una camisa caleidoscópica a juego con su preciosa guitarra. “80 West” es una explosión controlada; “Black Light” inquieta con su melodía a los teclados y esos coros en apariencia celestiales; mantras actuales y desconcertantes en “Out Of My Head”. Mugriento y electrificado suena “The Medicine Show”, de su epónimo segundo álbum de 1984. Un disco determinante en su carrera que, curiosamente, no aparece en el catálogo de Spotify… Eran otros tiempos…
Momento entrañable con Steve dando palmas y animando al público a que haga lo propio, mientras corean el estribillo: “I'm going dooown... to the medicine show!”.
Se agradece esta vez el regreso de las potentes guitarras, que dan fin al momento gospel.
Imposible esquivar la bala de “Armed With An Empty Gun”, con un histriónico Steve Gunn que nos promete después, en castellano yanqui: “Eskerrik asko. Un día aprendo a hablar vasco”. Introduce “Bullet Holes” como un canto a estos “días locos y peligrosos”.
“Recovery Mode” es otro claro ejemplo de una de las mejores cualidades de esta banda: combinan como nadie los coros melódico-armoniosos con la crudeza de las guitarras. Sello Paisley Underground. Nos desarman con la desértica “When You Smile”; brutal y eterna “Halloween”, en la que exhiben una perfecta sincronización instrumental; poderosa “That’s What You Always Say”, que enlazan con “Glide”, perfecta para invocar una epifanía.
The Dream Syndicate alberga un cancionero de una admirable solidez y coherencia, musical y lírica. Su nuevo repertorio compite con solvente dignidad con sus clásicos imperecederos. No son “una copia de carbón” de sus primeros álbumes: experimentan, evolucionan -ese verbo tan trillado en la música, disculpen las molestias-, y a la vez, en conjunto, todo sigue sonando muy Dream Syndicate. Bravo por esa alquimia. Tras una hora exacta de impecable función, regresan para los bises en los que Steve alude a las “guitarras locas” de la traca final: “Still Here Now”, “Tell Me When It’s Over” y una lunática “Speedway”, en la que Wynn, con un deje muy dylanesco, pisa el acelerador, propulsado por penetrantes guitarras y desquiciantes teclados. Cierran este primer bis con una única concesión a su álbum “Out Of The Grey” (1986), “Boston”, en la que también se puede apreciar ese halo de Dylan, mezclado con Giant Sand.
Por supuesto, no pueden irse sin su tema más característico, así que tras un amago de retirarse, regresan al escenario para despedirse con “The Days of Wine and Roses”, con interludio “1969” incluido. “Volvamos donde empezó todo…”, hace los honores el afable cantante, quien agasaja a su público, entregado a esta eclosión loca de vino y rosas. Porque esta noche, en este momento, eso es lo único que importa. La imagen recurrente y nostálgica de los días de vino y rosas...
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