Se celebraba en esta edición los 30 años que lleva Womad en la Islas Canarias y aparte de volver a sorprender con un cartel valiente, se enfrentaba al reto de un cambio de ubicación importante, ya que el familiar y tradicional Parque de Santa Catalina se encuentra en obras. El nuevo espacio está situado frente a la Playa de Las Canteras, en la Plaza de la Música y el contiguo Parque Litoral El Rincón. En ambos espacios estaban situados los dos escenarios habituales. Ahora ya se conocen los datos, más de 40.000 asistentes en cuatro días de festival y una certeza de que el nuevo espacio parece ser el lugar ideal para los futuros Womad. Según la organización el nuevo espacio cumplió con las expectativas de comodidad para el público, asimismo, al situar los escenarios apuntando hacia la playa y el estar situado en un lugar alejado de zonas habitadas, se evita cualquier posible queja vecinal. Algo usual otros años.
Además de los dos amplios escenarios, también cupieron cómodamente las zonas de restauración, el mercadillo de artesanía, etc. y todo al aire libre.
Seguro que el diseño puede optimizarse, hubo algunos pequeños cuellos de botella al desplazarse entre escenarios, pero ese público apasionado y entregado que acude con puntualidad al festival, lo aceptó con agrado demostrando un comportamiento ejemplar, como siempre. Quizás por ello resultó algo chocante ver tanta presencia policial y un excesivo celo a la hora de desalojar el espacio una vez acabados los conciertos.
En está edición se presentaron hasta 27 artistas y grupos de 14 países diferentes. Justo esa es una sus premisas, la de reconocer las diferencias para enriquecernos con ellas. Pero es que este festival y en especial el que se celebra en Las Palmas, es realmente singular. Empezando por su público, una mezcla de jóvenes y adultos mayores, junto con niños, y todos conviviendo en las primeras filas.
Como bien dijo su directora Dania Devora: “el Womad es un festival abierto a todas la culturas, a todas las músicas del mundo y a todos los públicos".
Para que se hagan cargo de la filosofía que mueve el festival, qué mejor que mostrar unas frases extraídas del manifiesto que cada año se lee en el Festival:
“El festival WOMAD, como ya conocen las gentes que habitan esta tierra, trata de extender a través de la cultura los valores de tolerancia y concordia entre los pueblos, con especial atención a los derechos humanos y el máximo respeto al planeta. Esta celebración del 30 aniversario de WOMAD, coincide con momentos muy delicados de violación de derechos humanos en el mundo y de una peligrosa involución política que amenaza con arrebatarnos lo conseguido después de tantos años de sacrificio de muchas personas.
En Oriente Próximo, el pueblo palestino está sufriendo la devastación por una guerra en la que no se están respetando los tratados internacionales y los derechos de las personas, con la complicidad, cuando no el aplauso, de gran parte de la comunidad internacional que hasta ahora hemos considerado civilizada. Exigimos el fin de la masacre y de las violaciones de los derechos humanos en la franja de Gaza, que se imponga una tregua que permita la entrada de ayuda humanitaria y que se encuentre una solución pacífica al conflicto.
Canarias ha sido siempre y debe seguir siendo un lugar de tránsito y de acogida, dando la espalda a todos aquellos discursos que pretenden alejarnos de nuestro continente vecino y que justifican, e incluso defienden, las muertes de quienes solo buscan una oportunidad. Aquí no hay espacio para el racismo ni para la intolerancia, pero sí para todos esos niños y niñas que han arriesgado su vida en un cayuco o en una patera. Para todas las mujeres que han sufrido la violencia de las fronteras en sus cuerpos, y para los hombres que escapan del expolio de sus recursos o del impacto del cambio climático. Construyamos entre todos un futuro mejor".
Se puede decir más alto, pero no más claro.
Aunque como su nombre indica, Womad (mundo de música, arte y danza) es mucho más que los conciertos y se despliegan múltiples actividades, exposiciones, talleres, cine, etc, aquí nos centrándonos en lo musical, porque esta celebración dio mucho de sí, con nombres consagrados como siempre, pero también con apuestas más arriesgadas que demuestran el espíritu ecléctico, visionario y aventurero de este festival.
Jueves 9 de noviembre
La inauguración musical de los nuevos escenarios fue con el ilusionante nuevo proyecto de la joven baterista, compositora y productora canaria Xerach (un fenómeno viral sus clases de batería en las redes). Lleva ya unos cuantos años dedicada a la música con diferentes formaciones, pero es ahora cuando está grabando lo que será su primer trabajo en solitario. Aunque solo tiene tres temas editados, la presentación de su “pop electrónico romántico” reforzado con bailarinas y visuales promete. Seguro que en breve vamos a oír de ella.
Boyanka Kostova tomaron el relevo y fueron otra demostración de cómo este Womad canario apuesta por propuestas emergentes y heterogéneas. Un dúo de desenfadados traperos gallegos que cantan mayormente en su lengua, pero que representan lo que se puede definir como música urbana de raíz popular del siglo XXI. Aunque se definen como trap rural de aldea, utilizan cualquier estilo que les permita lanzar sus soflamas irónicas y divertidas. No les importó tocar dos veces seguidas “Muinheira de interior” cuando vieron que al tocarla por primera vez el público bailaba. No sé si satíricamente o no, dijeron que estaban ilusionados por estar tocando por primera vez en las Islas Canarias, pero al final consiguieron que todo el mundo coreara su provocativo “estou fumando porros, bebendo Colacao, todo colocao”. Esta es la nueva y desfasada (en el buen sentido) verbena gallega.
Cambio de estilo para recibir a la costamarfileña Dobet Gnahore (foto principal). Una artista completa que canta con una voz poderosa, toca percusión con maestría, compone, produce y además baila con energía desbordante. Respaldada por una banda reducida pero especialmente solvente, demostró que el escenario es su hábitat natural. Hizo un repaso a toda su discografía, escogiendo tanto temas bailables, como “Lève-toi”, con ese ritmo soukous tan dinámico, con el que empezó el concierto, como otros más suaves y melódicos, como el precioso “Na Dre”, con esas llamativas inflexiones vocales. Aunque sus letras no son para nada “delicadas” porque reflejan la preocupante situación de la mujer africana, la mentira de los políticos y aboga por el panafricanismo. Como muestra, su canto de amor y denuncia a su país “Côte d’Ivoire”: “nunca vuelvas a hablarme de guerra, todos queremos desarrollarnos, sólo necesitamos mantener la paz, mi Costa de Marfil, país de amor y de hospitalidad.” Cerró su actuación con el hechizante “Palea” haciendo que lo coreara todo el público.
Tras su arrolladora actuación, el cierre lo puso el ugandés Faizal Mostrixx y sus “mutaciones” musicales. Se colocó en su mesa de mezclas ataviado con un casco, a lo Daft Punk, pero con forma de estrella y con múltiples puntas, y dio una sesión totalmente pensada para mover el cuerpo. De hecho el mismo Faizal es coreógrafo y bailarín y a veces dejaba disparadas las bases y bailaba de manera espectacular en el escenario. Detrás de su sesión hay un gran trabajo de campo, porque encima de esas bases electrónicas, lanzaba ritmos y cantos tribales de diferentes partes de África. El que Uganda haga frontera con Kenia, Tanzania, Sudán del sur o la Republica Democrática del Congo, seguro que han influido en el bagaje musical de Faizal, pero también los cantos de la cercana Burundi o de los pigmeos baka. Una muestra del verdadero afrofuturismo.
Viernes 10 de noviembre
Tabaiba, grupo formado en La Palmas, pero con componentes de varios países, es una numerosa banda que no tiene complejos en pasar por su batidora, cumbia, rock, ska o hacer versiones desenfadadas de clásicos de todo tipo. Fue una forma festiva, quizá demasiado verbenera de empezar el día, pero el festival estaba de celebración, así que, por qué no festejarlo con esta amplitud de miras musical.
También con mucha variedad, pero en otros terrenos musicales lo que ofreció El Nido. Este cuarteto de Burgos, respaldado por un músico más a la bateria, ya han demostrado que funcionan muy bien, ya sea en salas o en festivales y que su propuesta de renovacion del folk puede resultar también muy festiva. Andan grabando nuevo disco, del que presentaron algún tema, pero se centraron en su recomendable “Refugios a cielo abierto”. Son canciones propias, pero basadas en las músicas tradicionales de Castilla y León, o sea ritmos de baile como charros, ruedas, jotas o ajechaos, a los que añaden unas letras de alto contenido. Además Nacho, la voz principal tiene un pasado ligado a las Islas y hasta cambiaron algún verso para hacerles un guiño. El siempre agradable y receptivo público canario los recibió con entusiasmo y el cierre con la impecable “Ícaros”, y la coreada “Saltar”, fue también muy festejado. Para que no quedara duda, la canción que sonó mientras se despedían fue el “María Ramo de Palma” de Coetus con Eliseo Parra a la voz. A los maestros hay que respetarlos y venerarlos.
Onipa
Tras ellos una de las agradables sorpresas del festival, Onipa. Aunque ya habíamos oído de su efectividad en directo, fue un gran placer disfrutarlos. Hay que decir que mayormente el peso de su show recae en su cantante, percusionista, bailarín, animador, etc, KOG (Kweku of Ghana), pero el resto de la banda no baja de nivel. Afirmó que iban a traer parte de su país natal Ghana a Gran Canaria y lo hicieron a través de los ritmos de baile africano, soukous, highlife, afrobeat, blues sahariano y, por qué no, reggae. Dicen que lo suyo es música afrofuturista panafricana, que celebra sus alegrías, pero también sus inquietudes. Cerraron con la trepidante “Danger” y con todo el público siguiendo su ritmo.
No tan efectiva fue la actuación de The Mauskovic Dance Band. Grupo familiar neerlandés, que junto a otros como YīN YīN o Altin Gün, sin tener una relación musical directa (¿o sí?), están sobresaliendo en la actual escena de los Países Bajos. Y decíamos que no fueron tan destacables, porque como avanzaron en rueda de prensa, su líder y batería no pudo viajar con ellos, así que tuvieron que improvisar y remodelar la banda con el añadido de una bajista (que mantuvo el ritmo de manera espectacular) y una caja de ritmos. Aún y así su propuesta, tal y como anuncia su nombre, fue muy bailable.
Antes de que acabaran, hubo una autentica huida masiva hacia el otro escenario para ver a Asian Dub Foundation. Esta banda tiene un autentico idilio con el Womad y es muy querida por el público canario. Ya sabemos que tuvieron su punto álgido hace unos años, pero su directo sigue siendo efectivo al 100%. Empezaron bien potentes con “Mindlock”, tema de “Acces Denied” (2020) su último disco editado hasta el momento, en el que Nathan “flutebox” y Chandrasonic se lucieron. No estaba Dr. Das al bajo, pero la contundencia no se resintió, además los dos clásicos vocalistas, Aktar Ahmed y el vaporoso y enigmático Ghetto Priest, mantuvieron en alto el ritmo con esas soflamas rapeadas y cantadas. Sonó también “La Haine” el tema que hicieron para la película y que no hace mucho han estado tocando en directo mientras se proyectaba el film. Y si llegados a este punto el público ya estaba locamente entregado, con “Naxalite” aún subió más, pogos incluidos. Con “Blade Ragga”, Chandra y Flute acabaron por los suelos. Y con las revulsivas “Fortress Europe” y “Rebel Warrior” cerraron otra actuación para el recuerdo. Que triste que más de veinte años después los mensajes de estas canciones siguan siendo actuales.
La celebración siguió con TootArd, que al igual que hicieran en el pasado Womad de Cáceres, triunfaron. Los dos hermanos Nakhleh, con origen en la meseta de los Altos del Golán (actualmente la mayoría del territorio está ocupado militarmente por Israel) fueron el último grupo de la noche y a esas horas, el público más joven, espera poder bailar y con ellos lo hicieron. Como ya hemos dicho en alguna otra ocasión, su propuesta musical es similar a la del dúo de dj’s franceses Acid Arab, pero su referencia principal es el sirio Omar Souleyman y las músicas que sonaban en las pistas de baile de Oriente Medio en los 80’. Manejan los ritmos con inteligencia y saben cuando tienen que ralentizar, acelerar y cuando hacer explotar el ritmo. Además cantan, tocan percusión o teclados que añaden a esas bases con bombo a negras tan efectivas. El público canario los recordará largo tiempo.
Sábado 11 de noviembre
Este día se abrió con dos propuestas arraigadas a la islas. Primero actuaron MamÁfrica Band, liderados por el compositor y cantante de Guinea Conakry, Naby Zana. Una banda con músicos africanos, canarios y latinoamericanos, que promovido desde Casa África, apuestan por mostrar el mestizaje musical, pero con preeminencia de la herencia subsahariana al frente. Una propuesta que suena actual y de raíz, suave y dinámica, defendida por ocho músicos y dos bailarinas. Naby estaba exultante y afirmó que en Las Palmas se sentía como en casa. A pesar de que las canciones más rítmicas animaban a romper las caderas, no estaban exentas de mensajes panafricanistas y también de denuncia sobre la emigración, algo que sufrió Naby en primera persona. Jugaban en casa y se notó.
La otra representación canaria del día fue la de Hirahi Afonso, enorme músico en todos los sentidos. Defensor, impulsor y estudioso del ese pequeño instrumento canario que es el timple y que él ha conseguido llevar a terrenos contemporáneos, eso sí, siguiendo los pasos de gran José Antonio Ramos. Recién acaba de editar una joya de disco, “Lo puro”, con una cuarentena de colaboraciones entre músicos y vocalistas, como Valeria Castro, Rita Payés, Pedro Guerra, Meritxell y Judit Neddermann, etc. etc. Pero ahora era el momento de llevar ese colorista trabajo al directo. Y aunque aún está en proceso, la presentación fue muy notable. Un cuartero de músicos tras él defendieron esos temas que podían sonar a tradición, a pop, a flamenco, a vanguardia o a esa música que se llamó hace unos años jazz-rock. Pero siempre con el timple al frente. Destacar no solo lo brillante de su música, también hay mucho contenido en esas letras que los hermanos Limiñana han hecho junto a él. Por ejemplo, en el delicioso tema que da título al disco se canta: “aunque imposible te parezca, lo puro antes fue mezcla, la mezcla es lo puro, lo puro está en la mezcla”. Por eso Hirahi reivindicó que las Canarias ha sido un sitio de paso donde siempre se han mezclado las culturas de forma positiva. Triunfaron.
Mulatu Astatke
Tras su concierto una marea de gente se desplazó para ver al gran Mulatu Astatke. A punto de cumplir los 80 y respaldado por esa numerosa banda británica que le acompaña desde hace unos años, nos dejó ensimismados con ese ethio jazz del cual se ha convertido en su máximo exponente. Una música relajante, con sinuosos vientos, percusiones latinas y hasta un chelo de sonidos inimaginables. Les suponemos conocedores de la popularidad que alcanzó Mulatu a través de calmada “Broken Flowers” (película de Jim Jarmusch de 2005), pues con esa misma serenidad elegante se mueve Mulatu en el escenario. A pesar de situarse al frente con su reconocible vibráfono y rodeado por percusiones y piano, dirige casi sin parecerlo cada una de sus delicadas composiciones. Dejó que sus músicos se fueran alternando para lucirse, mientras él parece flotar entre esa mezcla de jazz, afrocubop, funk y soul y que él ha convertido en su sello de identidad. Como en el reconocible “Yèkèrmo Sèw” que emocionó a todo el público. Al final una hora se les quedó corta, ya que ese relajamiento en los temas hizo que se alargaran hipnóticamente y casi nos quedamos sin el infalible “Yègellé Tezeta”, que tuvieron que hacer en versión reducida. Aún y así su actuación fue un bálsamo curativo para todos los oídos.
De nuevo cambio de escenario y estilo para disfrutar del torbellino que es la estadounidense Sammy Rae y su revoltosa banda The Friends. Se lo pasan en grande encima de la tablas y no me extraña que con poco tiempo de carrera ya hayan grabado un directo, porque ahí es donde ellos viven y disfrutan más de su música. Son de esas bandas que no paran en el escenario y ella, menos aún. Sammy canta con una voz amplia de registros, hace scat, baila, se mueve de un lado para otro, se tira al suelo, interactúa con el público o motiva a sus músicos. Juntos parecen coreografiar cada tema con sus idas y venidas, de tal manera que no puedes dejar de mirar por si te pierdes algo. A pesar de tener repertorio, no les importó llevarse a su terreno el “Are You Gonna Be My Girl” de Jet o el “Lay All Your Love On Me” de Abba. Lo pasan por ese cedazo que mezcla rock clásico, soul y funk, con una energía y desenfreno apabullante. Todo muy teatral, pero amigable y cercano. Se metieron al público en el bolsillo.
Otros que tampoco llevan mucho tiempo y que con tan solo un disco han explotado, son los brasileños Bala Desejo. Cada uno de sus cuatro componentes tenía su propias carrera, Dora Morelenbaum el grupo vocal Zanzibar, Julia Mestre era solista y Ze Ibarra y Lucas Nunes la banda Dônica. Pero la pandemia les pilló juntos y de esa reunión surgieron unas sugerentes canciones que nada más grabarlas en su disco “Sim, Sim, Sim”, tuvieron el reconocimiento de un Grammy Latino. Samba, bossa, tropicália y música popular brasileña (MPB) con unos arreglos extremadamente delicados y unas combinaciones vocales deliciosas. En directo se presentaron con una banda de expertos músicos que insuflaron soul a “Muito Só”, reggae a “Clama Floresta” o dulzura a “Passarinha”. Cerraron con su tema más carnavalero “Baile de Máscaras” y confesaron que para ellos era un concierto muy especial, ya que era el último de su gira, en la que han hecho más de cien conciertos.
Se echo de menos la presencia de Lucas, pero es el director musical del grupo de Caetano Veloso y el maestro tiene preferencia.
Para cerrar el día otra propuesta novedosa, de hecho solo tienen un par de singles editados. Su nombre es O. (o punto), que según ellos define lo redondo de su propuesta. En escena un dúo innovador, saxo barítono, eso sí con un buen número de pedales y una batería, a momentos melódica y en otros agresiva. Rock, jazz, hip hop o punk caben en su música, con decir que su máximo referente en la música es Tom Morello, se pueden hacer una idea. Música instrumental para no dejar de agitar la cabeza y bailar. A pesar de lo sorprendente de su sonido, ese público siempre amable del Womad, los disfrutó.
Domingo 12 de noviembre
Lamentablemente no pudimos asistir al cierre del Womad, pero una buena cantidad de espías infiltrados (gracias Fran, Andrés y Manel), nos comentaron que el último día del festival fue muy especial y con gran afluencia de público para ser en domingo. Primero fue Germán López, otro canario enamorado del timple, el que presentó temas de su disco “Alma”, que grabó con múltiples colaboraciones internacionales como Richard Bona, Jorge Pardo, Seckou Keita o Antonio Serrano. Aires de jazz y flamenco para demostrar que el timple no tiene fronteras. El broche de oro lo puso ese arriesgado dúo de Rocío Márquez y Bronquio. Su innovadora y valiente mezcla de electrónica y flamenco ha maravillado a propios y extraños, además su puesta en escena, estudiada, pero a la vez emotiva y sugerente atrapó a ese, también exigente, público canario.
Al cierre de está crónica nos llega la información de que Dania Devora, que ha dirigido de manera magistral durante treinta años la nave Womad en España y Portugal, se baja del barco con el orgullo del trabajo bien hecho. Un barco que ha navegado hasta los confines de la tierra para mostrarnos la cultura y música de cientos de artistas de los cinco continentes. Estaremos siempre agradecidos a ella y a su eficiente equipo por su enorme trabajo y cariño. Seguro que nos volveremos a encontrar y nos echaremos un baile.
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