WIRE

Quién lo iba a decir. Veintiséis años después, Wire vuelven a quemar como un maldito astillero artie. Tras el inesperado golpe de efecto que supuso su actuación en el Primavera Sound, su segunda visita en un año fue básicamente una ardiente repetición de la primera. Más permeable a los detalles, menos sorprendente, algo más larga, menos brumosa, pero igualmente cortante y violenta. Comparado con su directo, el sobresaliente “Send” es una bombilla de veinte watios detrás de una cortina. En el escenario, Wire desafían. Desafían a los post-punks de diseño, desafían a la mecánica de una industria basada en la juventud, desafían al fan nostálgico y, lo más importante, se desafían a sí mismos. Están cabreados y se nota. Pero, a la vez, controlan el caos. Es como si, en su vuelta a la velocidad y al grito, se auto-obligasen a atar los cabos que dejaron sueltos en sus directos del 77. El matiz es que lo hacen exclusivamente con nuevas cuerdas. Las de “Send” y los EPs “Read & Burn”. Inofensivas dentro de sus envoltorios, peligrosas en el reproductor de CD y un airado atentado en escena. El directo del año, sin duda.