Con los dientes afilados y un gran rodaje pandémico llegaba Viva Suecia a Ficoba en lo que sería el previo más emocionante de los últimos tiempos en Irun. Una banda compacta y exquisita que lleva tiempo demostrando que el trabajo es la base del éxito. Su humildad dentro y fuera del escenario les encumbra todavía más arriba de donde han llegado, si es que se puede llegar más alto. Menos mal que hubo un momento en el que no sabían "A Donde Ir", porque sin duda encontraron el camino.
Con un aforo de 1/3 de su capacidad, en torno a unas 1000 personas se reunían impacientes, antes incluso de la apertura de puertas en el Pabellón 3 de Ficoba. Una cuidada organización ponía a disposición de las almas sedientas una barra en el pabellón contiguo, pese a no poderse consumir las bebidas en la sala habilitada para los conciertos, como exige la normativa actual en la Comunidad Autónoma del País Vasco.
La música comenzaba sin poner límites al calor, por fin, tras demasiados meses de fría separación bailando sentados en sillas de plástico. Hubo abrazos, puños en alto y bello erizado por doquier en la noche que muchos recordaremos como el más emotivo despertar de una de nuestras peores pesadillas. En un ir y venir de hits los murcianos repasaron sus dos últimos álbumes "El Milagro" (2019) y "Otros Principios Fundamentales" (2017) en su última parada de la gira de "La Voz del Presidente" (2021), sencillo y nuevo himno de la banda que tras un año especialmente duro han lanzado exitosamente con uno de los estribillos más enérgicos de su obra en el que el vocalista, Rafa Val, recupera también la sutileza de los acordes de guitarra acústica.
Tras 15 de sus temas más conocidos, el final del concierto dejaba un exquisito sabor de boca con temas como "Lo que te mereces" y "Bien por ti", finalizando con "Amar el conflicto". La sesión del viernes se hizo tan corta que nadie se quería ir de allí, obligando a los empleados de seguridad a invitar a salir del pabellón a la gente que se encontraba gustosamente comentando lo diferente que se sentía tras el primer concierto de pié en mucho tiempo. Que al día siguiente viniera otro plato fuerte con tres bandas hacía aún más golosa la velada.
El sábado la jornada comenzaba a la misma hora, con la gente llegando tímidamente en pequeños grupos a la apertura de puertas. Olimpia abría con su característico sonido ecléptico y oscuro, y con su cantante y letrista Lur Usabiaga dándolo todo desde el minuto cero. Defendiendo e intercalando los temas de sus dos primeros sencillos, comenzaron rompiendo el hielo con "Paraiso Artificial", seguido de "El fin de los Tiempos" y "Vivirás". El irundarra Iñaki Estévez con su característica elegancia sobre el escenario ejercía de maestro de ceremonias dirigiendo una banda reforzada por el super guitarrista Mikel Goñi, alias Mapache. Las delicadas aportaciones de su telecaster llenaron de sensibilidad los temas de la banda donostiarra, aportando y combinándolos con tonos graves más cañeros a los que no nos tiene acostumbrados en sus otros proyectos musicales más recientes. Un fiera en toda regla, resumiendo. Mattin Arbelaiz y Jesús Pérez Bastia completaban el quinteto acompañándose mutuamente en los cambios de ritmo y mirándose con complicidad, defendiendo un concierto muy difícil debido a la ausencia del batería titular Mikel Zubiría, impecablemente sustituido por Mattin, que defendió con uñas y dientes. Las versiones de La Dama se Esconde y el guiño a Molotov hicieron disfrutar al público, calentando motores para el resto de la tarde.
El reloj corría demasiado rápido y tras Olimpia saltaba al escenario la jovencísima cantautora y multinstrumentista Sara Zozaya, combinando letras en euskara y castellano y llenando el pabellón 3 con su gran talento, que sin duda aún está por dar sus mejores frutos. No faltaba un perejil en Ficoba, con público de todas las edades bailando temas de géneros totalmente diferentes. Aunque la variedad de estilos y sobre todo los tempos no parecían guardar una tendencia lineal con lo visto anteriormente, el público disfrutaba de los acústicos de Sara, que en su actuación también jugó con las intensidades arrancando los aplausos más sinceros en los temas más animados. En esos momentos incluso la propia Sara pareció emocionarse al ver las coreografías que un grupo de niñas muy pequeñitas le brindaron en primera fila, ante la atenta mirada de sus padres y todo el público del recinto.
Por otro lado y pese a que siempre se ha dicho que en la variedad está el gusto, en este joven festival se echa de menos una identidad en estilos que con los años llegará sin duda. Combinar géneros de cantautores más lentos con eléctricos apisonadores no está reñido, aunque tal vez en esta ocasión los horarios pudieron penalizar a los tempos más tranquilos. Sara Zozaya presentó casi al completo su trabajo "(I)" (2020) combinando bases con sus característicos agudos de voz, empezando con “Benetan” y terminando con “Owltro” un total de siete temas que supieron a poco, la verdad.
Finalmente La Bien Querida comenzaba su actuación pasadas las 22:00 horas. Ana Fernández-Villaverde, arropada por una banda de primer nivel que comenzó sola la actuación con la intro “Hechizo”, seguida de los temas “La verdad”, “Te quiero”, “Verte” y “Morderte”, ambientó una entrada épica de Ana en el escenario, ataviada con un vestido rojo de gasa que ondeaba por el efecto de dos ventiladores, produciendo la sensación de encontrarnos al aire libre o directamente volando hacia el Elíseo en lo que sería el broche final del Irun Zuzenean 2021.
La banda, dirigida por David Rodriguez (de La Estrella de David) se veía rodadísima y en un gran momento de forma. Sin duda la experiencia de estos majestuosos músicos entre los que destacaba también el músico y productor Brian Hunt hizo que el concierto saliera redondo dando un buen repaso al amplio repertorio de La Bien Querida. Tras la traca fuerte de “Recompensarte”, “Muero de amor”, “Dinamita” y “Que”, la banda abandonó el escenario para volver con los bises “7 días” y “La Fuerza”.
Un más que satisfecho público aplaudió hasta romperse las manos en lo que fue una segunda jornada, redonda y emotiva que Irun llevaba mucho tiempo añorando. Y es que en la ciudad fronteriza están creciendo con rapidez bandas emergentes y una pasión por la música en directo que hacía décadas no se palpaba tan claramente. Las ultimas ediciones de este festival llamado a consolidarse son un gran avance para los adictos a la música en directo tanto de la ciudad como de la provincia. En pocos días se celebrará otro festival dentro del proyecto llamado Km0 diseñado íntegramente para bandas locales. Este trabajo que tanto el Ayuntamiento como diferentes asociaciones están realizando comienza a dar frutos, y esperamos que pronto podamos disfrutar de momentos de gloria como los vividos antaño por grupos irundarras de primer nivel nacional. Disculpadme que me pueda el corazón, pero es que hacía mucho tiempo que no se me erizaba tanto el pelo en un mismo fin de semana.
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