Con Kase-O no se juega. Ni siquiera cuando, por culpa de un sonido demencial, sus textos de urbanita macabro traspasan el aire con el mismo peligro que una daga de juguete. Y es que el motor de Violadores Del Verso siempre ruge con una fuerza incuestionable, por mucho que los técnicos de sonido de la sala Zeleste se empecinasen en demostrar lo contrario. El grupo maño merecía estallar en un escenario acorde con su carga de amonal; un extraordinario disco como «Genios» (Avoid, 99) –sí, se afianza como uno de los títulos imprescindibles en la discoteca básica que un servidor ha reunido en los últimos meses- exigía que sus autores fuesen honrados con privilegios reales. Por eso es una pena que, una vez más, la lacra del sonido directo en el hip-hop español volviese a restarle punch a un espectáculo que, de haber reunido las condiciones técnicas adecuadas, habría sido recordado como memorable. Cayeron sus hits más emocionantes –«No Esperaban Menos», «Genios»…- y el humeante respetable abrazaba la verborrea de Kase-O, Líriko y Hate con un candor inversamente proporcional a la habilidad del técnico con la mesa de mezclas. Con el viento en contra, los zaragozanos ofrecieron un show que cuando acierte la lotería del sonido arrancará muchas lágrimas de emoción. Esto sí que es rabia del milenio.
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