Buena música y pocos recursos
ConciertosViña Rock

Buena música y pocos recursos

7 / 10
Andrea Coll Pons — 10-05-2017
Empresa — Viña-Rock
Fecha — 28 abril, 2017
Sala — Auditorio Municipal de Villarrobledo
Fotografía — Nerea Coll

Domingo 30
El tercer y último asalto empezó con un cielo más permisivo —o eso parecía a las 16:30 de la tarde— con el turno de Mafalda. O lo que es lo mismo, una de las bandas político-musicales más comprometidas, activas y reivindicativas del panorama actual. Tomaron el escenario Villarrobledo que se quedó pequeño con su chute de reggaecore y una vitalidad envidiable. Como anécdota, en uno de los manifiestos leídos por el grupo nos explicaron que no quisieron traer merch porque el propio festival se queda el 25% de los beneficios y estas ganancias Mafalda las destina a proyectos y organizaciones feministas. En cuanto a la actuación, padecieron también los efectos de una sonorización bastante lamentable como la mayoría de grupos que les tocó ese escenario. Aún así pudimos disfrutar de una banda en plena forma que sube como la espuma y que gana adeptos en cada bolo. La soltura contagiosa de sus tres cantantes en el escenario y la tropa que tienen detrás animaron al público a corear desde “Asumiendo todo el miedo” hasta, como no, “La llorona” y “En guerra”. La tarde siguió con Mala Reputación presentando su último trabajo “El arte de la Guerra” (17) en uno de los escenarios principales donde, aun con el gran número de personas que convocó la banda, pudimos estar cómodos y disfrutar de una tarde tranquila con el punk rock de los asturianos. En el mismo escenario una hora más tarde se fue la tranquilidad con sus paisanos Desakato, que gozaron por fin de una franja horaria apropiada después de varios años siendo los primeros de la tarde. Se encargaron de contagiar la energía que desprenden desde el primer minuto con un Pepo tan cercano que surfeó encima del las primeras filas. Un concierto que fue despegando hasta el potente tridente final “Cuando salga el Sol”, “Cada vez” y “Pánico en Frankfurt”.

El último atardecer del Viña Rock lo conquistó la vuelta de Amparanoia celebrando el vigésimo aniversario de “El Poder de Machín" (97). Una fiesta a cargo de la carismática y siempre cercana Amparo Sánchez que nos hizo viajar por las distintas raíces que abarca su música. Todo un espectáculo para los más nostálgicos y también para la gran cantidad de caras jóvenes que cuando se publicó el álbum cumpleañero apenas éramos unos críos. No faltaron “Welcome to Tijuana”, “Buen Rollito” o “Hacer dinero”, que fueron coreadas de igual manera que su nuevo single “El Coro de mi Gente”.

De la fusión a los punkis The Toy Dolls solo nos tuvimos que mover unos metros. Ya entrada la noche la histórica institución del punk inglés demostró estar en plena forma a sus casi 40 años de carrera musical. Más que un show fue una fiesta de pogos, saltos y bailes con “Nelly the Elephant” “Glenda and The Test Tube Baby” o “She Goes to Finos” como banda sonora. Simpáticos, cercanos y con cervezas de por medio el trío estuvo a la altura de cerrar la rama punk del festival.

Sin darnos tiempo a visitar los escenarios pequeños volvíamos al vecino Negrita para disfrutar de La Pegatina. Por desgracia la situación de hasta cuatro conciertos a la misma hora se repitió una media de cinco veces por día. El dilema de escoger es una de las peores y a la vez mejores cosas del festival, pero cuando quieres disfrutar de diferentes estilos se hace más que imposible. Por ejemplo, uno de los más esperados solapando a uno de los más épicos del festival desde hace siete años seguidos, Kase.O vs La Pegatina. Mientras algunos entraban en el círculo que se formó en el escenario Cabo de Plata los demás sudaron con una cantidad indecente de bailes y rumba catalana. “El Curandero”, “Non è Facile”, “Lloverá y yo veré”, confeti y buen rollo acompañaron a La Pegatina en el concierto más multitudinario del festival. ¡Diez minutos para salir de ahí dentro! y corriendo hasta Kase.O para ver los últimos versos de un Javier Ibarra que ha madurado y ahora se encuentra solo ante el público. Mucho más sentimental y menos agresivo repasó “El Círculo” (16) , rapeó con su gente, cantó “Mazas y Catapultas” —una de las más esperadas—, charló con el público y se fue. Otra vez era el turno de correr hacia los escenarios principales para alternarlos uno con otro y encarar así la recta final del festival. Aspencat, Def con Dos y Los Manolos.

Los valencianos Aspencat gozaron de un horario que los catapultó al éxito con una legión de seguidores que repasaron con ellos los temas más conocidos. Se dejaron la piel y nosotros la voz con ellos en un espectáculo que supo, más que a despedida, a un hasta pronto. Los de la Marina Alta se tomarán un descanso indefinido cuando acabe esta última gira, pero se están yendo por todo lo alto y brindando con todos los que han acompañado al proyecto durante más de diez años. “Naixen Primaveres” y un apasionante “Quan caminàvem”, con toda la plana central del Viña Rock cantando a pleno pulmón, despidieron a Aspencat.

El sabotaje de la noche fue para Def con Dos —quienes entraron de rebote semanas antes del festi después de conocerse que La Pulquería no podrían asistir. El sonido se les esfumó hasta tres veces en el escenario Poliakov. Aún así Strawberry y compañía no dejaron de tocar más enérgicos que nunca y como si nada estuviera pasando. Locura entre el público que al principio se quedó a cuadros, pero al ver que la banda seguía se unieron a capella. El colofón final y última dosis de rumba lo firmaron Los Manolos. El ambiente era de cansancio inevitable, nostalgia viñarockera al ver que la cita se terminaba y primeros síntomas de resaca festiva. El último aliento fue para corear, más de cachondeo que por otra cosa, “El muerto vivo” y finalmente “Amigos para siempre”. Y con esto se apagaron las luces del Viña Rock.

Aunque se trate de un cartel poco cambiante, el ambiente festivo que se vive en Villarrobledo durante esos días ha de saborearse al menos una vez en la vida. Cierto es que la organización deja mucho que desear en algunos aspectos para un festival de tales dimensiones y con un impacto económico para la provincia de más de diecisiete millones: los baños, asquerosos a las pocas horas; el sonido, deficiente en más de un concierto; un sin fin de actuaciones solapadas, etcétera. Pero nos quedamos con el ambiente, la buena conducta de la gente y las grandes actuaciones de la mayoría de los artistas.

Ya hay fechas para el año que viene, serán los mismos días, 28, 29 y 30 de abril. Esperemos que la música y el espíritu sigan protagonizando el festival, pero que las sugerencias de los asistentes sean, como mínimo, escuchadas.

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