La primera edición del Visor Fest de Benidorm ha marcado una cita única en el calendario del panorama festivalero actual. En un evento con programación íntegra de grandes bandas internacionales de los 80 y 90 que versan del más puro post punk, a la psicodelia, pasando por el clásico indie hasta la electrónica maquinal, la diversión estaba servida. Todo ello bajo el amplio formato de concierto en sala (del primero al último concierto alrededor de una hora y veinte de duración), pero en una ubicación exquisita y con una gran producción detrás en cuanto a sonido y luces. Noviembre no agota la música en directo en festival, y mucho menos así.
Viernes 2
Arrancaba la primera jornada de la mano de una de las bandas posiblemente más influyentes del género post punk hasta nuestro tiempo. Los renovados Chameleons Vox hicieron de su envolvente sonido borroso y oscura atmósfera toda una declaración de principios. Guitarras magnéticas, potencia vocal y con un estatismo en escena revelador, los británicos rescataron hasta el más imprevisto de sus temas. “Esta música fue hecha en Manchester”, fue una de las breves intervenciones del vocalista Mark Burgess antes de dar a luz las primeras notas de “Singing Rule Britannia”. A modulación progresiva, del mismo modo que la banda construye sus canciones, elemento a elemento como levantando una catedral, se sucedió el concierto. Descargaron sus imprescindibles “Second Skin”, “Swamp Thing” y una “Soul in Isolation” aderezada con alguna que otra estrofa de “Eleanor Rigby” de los Beatles con la que fascinó al público, en la recta final. Aunque todavía puede que se eche en falta aquella contundencia a la batería que les caracterizaba en sus dos primeros álbumes, continúan transmitiendo intensidad como en su mejor época. Con “Nostalgia” cerraron su concierto, como no podía ser de otra manera.
Ride es otra de las bandas que no deja de actualizarse. Con su último trabajo Weather Diaries volvieron a reafirmar, tras dos décadas de parón, una creatividad inagotable digna de sus más prolíficos años, algo que sin duda el público continúa admirando al conocer de memoria hasta los más candentes de sus temas. Y es que desde su primera canción, “Lannoy Point”, el cuarteto de Oxford no dejó de ensimismar a la pista. Dinamismo sobre los focos y un Mark Gardener plenamente entregado fueron la clave para dar forma a un espectáculo repleto de texturas sonoras que se entremezclan, interactúan entre sí y dan esa explosión de color propia de los conciertos de gran formato. Es, asimismo, la ventaja de que las bandas puedan ir sobradas de tiempo y la gran diferencia respecto a los festivales a los que estamos acostumbrados en las que los artistas juegan la partida a contrarreloj, mostrando solo algunas pinceladas de lo que son capaces de llegar a hacer. Así, con temas interminables como “OX4”, “Seagull” o “Dreams Burn Down” y una calidad impresionante, pero sin olvidar las salvajes píldoras de locura colectiva con “Chelsea Girl” ni “Drive Blind”, todos salimos ganando.
Poco después, y para la expectación de la mayor congregación de gente hasta aquel momento, los hermanos Reid irrumpieron en el escenario con su habitual atrezzo. The Jesus And Mary Chain saltaron a escena en una nube de humo y respaldados por un muro de amplificadores que, ciertamente, dotaban a su soberbio directo de una potencia que doblaba las expectativas. Lograron desbordar la pista tanto con los balazos que los llevaron a lo más alto, aquellos pertenecientes a aquel mítico Psychocandy o el desenfadado Automatic, como con los últimos temas de la banda con Joy And Damage de los que “All Things Pass” o “Amputation” ya se han convertido en indispensables. Todos sus temas fueron desgarrados con actitud por parte del, siempre escueto con el público, Jim Reid hasta llegar al punto más álgido con “Just Like Honey” que, para sorpresa de todos, apareció al final y no al inicio como suelen ordenar las canciones en la mayor parte de sus directos. El veredicto fue concluyente para aquellos que siguen la banda desde aquellos tiempos remotos: los escoceses mantienen una esencia única.
El viaje extrasensorial de Megabeat - Interfront y su electrónica makinera propia de la ruta rompió de lleno con el ambiente noise cargado de intensidad que llevábamos escuchando hasta el momento. De un instante al otro llegó el turno de los beats, los bucles y los arpegios de sintetizador acompañados de visuales hipnóticos. La acogida por parte del veterano público fue inmediata. Y es que como pioneros del género electrónico en España, la música de los valencianos fue toda una institución en las discotecas más conocidas con unas pinchadas que han permanecido imborrables en las mentes de aquellos que bailaron al calor de la ruta en aquellos años. Tres décadas desde su aniversario, las remezclas emblemáticas de “Es Imposible, No Puede Ser” y “Struggle For Pleasure” ponen de manifiesto que, efectivamente, su música bailable siempre estuvo adelantada a su tiempo.
Los encargados de clausurar la primera jornada del Visor Fest fueron los británicos Addictive TV, quienes consiguieron que el público bailara en el Parque de l’Aigüera hasta que el festival cerró sus puertas. El dúo de electrónica logró hipnotizar a los asistentes no solo por las remezclas musicales de distintas décadas con temas de New Order, Azealia Banks o Red Hot Chili Peppers, sino también por unos montajes audiovisuales que conseguían que el público se quedara mirando fijamente las pantallas. Entre baile y baile pudimos ver clásicos cinematográficos como Strar Trek hasta a Groot de Guardianes de la Galaxia. El dúo londinense demostró que, tras sus más de 20 años de carrera musical, sigue mezclando sonidos de la electrónica y el rock de manera brillante.
Sábado 3
El segundo round daba inicio con la actuación del grupo norirlandés Ash. La banda de rock alternativo arrancó con “True Story”, la canción que abre su último álbum, Islands. En una hora y media, los reyes del brit-pop tuvieron tiempo para mostrarnos las dos etapas del grupo, a través de un sonido más melódico y unas guitarras menos agresivas características de sus últimos álbumes, con canciones como “Buzzkill” o “Did your love burn out?”. Aunque desde el principio Ash supo conquistar a su público más fiel con “Oh yeah", uno de sus temas más conocidos, el sonido más post punk del trío norirlandés se percibió, sobre todo, al final del concierto, consiguiendo que la gente coreara canciones como “Girl from Mars” o “Burn baby burn”. Hacia la segunda mitad de su directo, la banda también tuvo tiempo de emocionar gracias a temas como la acústica “Incoming Waves”. Ash decidió cerrar el primer concierto de la segunda jornada con el sonido estridente que siempre les ha singularizado, eligiendo “Lose Control”, otro tema de su álbum más representativo, 1977.
Tras la oleada de energía que dejó Ash flotando sobre el escenario, era el turno para una de las actuaciones más esperadas del segundo día de festival. Si por algo se caracteriza Charlyn Marie ‘Chan’ Marshall, más conocida como Cat Power, es por su serenidad, y esa es la línea que siguió durante la actuación más breve del festival, la cual no llegó ni a una hora. Cat Power aprovechó para presentar su último álbum, Wanderer, con canciones como “Me voy” que nos trasladan a su vertiente más blues. La cantante también aprovechó para interpretar algunas de sus conocidas covers como “Into My Arms”, de Nick Cave, o la popularizada canción de folk “He Was a Friend of Mine”. Con una tranquilidad notable y una voz casi magnética, la cantante estadounidense recordó a su público la importancia de “aprender a quererse a uno mismo antes de querer a nadie más”, acompañando este discurso con “Good Woman”, uno de los himnos más destacados de su álbum You Are Free. Aunque la presencia en el escenario de Charlyn Marie Marshall es evidente, dio la impresión de que la cantante no logró cautivar a un público que, quizá, esperaba una Cat Power más rockera capaz de seguir el ritmo desenfadado que el festival estaba llevando hasta el momento.
Por su parte, la banda inglesa Saint Etienne fue de las pocas que provocó que los gustos se bifurcaran: o los amas o los odias, no existe el término medio. Sin embargo, los que bien permanecieron a la totalidad de su concierto no se vieron defraudados con sus ritmos bailables y alguna que otra sorpresa, como el estreno de “Camel Coat”, uno de sus temas más recientes. Una vez más, las canciones pegadizas, los adictivos sintetizadores y, a fin de cuentas, ese sonido pop que los identifica, irremediablemente incitó a no dejar de bailar. Parte de culpa la tuvo sus viejos hits de los que “He’s On The Phone” y “Nothing Can Stop Us” no pudieron faltar.
Con la obertura de “Así Habló Zaratustra” de Richard Strauss el carismático frontman de The Flaming Lips caracterizado de pirata entró dispuesto a enloquecer a una pista descontrolada ante un frenesí de confeti de colores y pantallazos psicodélicos. Desde la aparición del robot hinchable gigante con “Yoshimi Battles the Pink Robots” la agitación fue in crescendo recorriendo todos sus hits, cada cual escondía sorpresas más estrambóticas: desde un arco iris gigante en “Do You Realize?”, pasando por el vocalista Wayne Coyne montado en un unicornio mientras cantaba entre la multitud “There Should Be Unicorns”, hasta el momento más emotivo absorbido en su ya clásica burbuja a través de la cual caminaba entre el público entonando una deslumbrante versión de Space Oddity de David Bowie. Y es que la originalidad y, en definitiva, la magia del rock espacial de estos estadounidenses no tiene límites.
!!! (Chk Chk Chk) fue la banda encargada de cerrar la primera edición del Visor Fest. Aunque con un público ya muy reducido por aquellas horas, los que aguantaron hasta el final pudieron disfrutar del atrevido espectáculo al que nos tienen acostumbrados el grupo estadounidense. El incandescente Nic Offer y su banda levantaron la pista desde la primera canción con “NRGQ”, siguiendo con algunos de sus temas más conocidos como “Freedom” y “One Girl/One Boy”. La energía y el ‘buen rollo’ que desprende el grupo de funk, a pesar de las dos décadas de carrera que llevan sobre los escenarios, estuvo presente a lo largo de toda su actuación, incluso en los hits de su último trabajo como “Dancing is the Best Revenge”. En definitiva, !!! (Chk Chk Chk) fueron los invitados idóneos para cerrar la primera edición de un festival que, pese a no terminar de calar entre el público joven de la ciudad alicantina, consiguió atraer a cientos de seguidores cuyas bandas favoritas triunfaron en los 80 y los 90. Un público que, realmente, disfrutó de un festival sin ningún problema notable de organización y con una apuesta musical diferente a la que hemos visto hasta ahora.
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