Vera Fauna visitaban Zamora por primera vez, de la mano de la (a estas alturas imprescindible) iniciativa Girando por Salas y con la intención de defender en directo el que es su segundo álbum, titulado irónicamente (o no) “Los años mejores” (Ernie, 23) y lanzado al principio de la temporada en curso. El grupo dejó probadas varias teorías, a lo largo de su (sin duda) interesante paso por la sala La Cueva del Jazz en Vivo, destacando especialmente dos de ellas.
La primera es que la banda cuenta en sus filas con excelentes músicos, con especial mención (y sin desmerecer al resto de la formación) para el guitarrista Javi Blanco y el bajista Jaime Sobrino, que además celebraba su cumpleaños. La segunda radica en la falta de prejuicios del grupo y su capacidad para entremezclar mundos aparentemente alejados, jugando una baza determinante cuando se trata de concretar una propuesta con personalidad y que llama poderosamente la atención. Y es que Vera Fauna suenan como si Boogarins, en lugar de venir de Brasil, hubiesen surgido en el barrio de Triana.
El quinteto sevillano mezcla ramalazos exóticos con psicodelia ligera y parámetros indies, todo envuelto en un aspecto aflamencado que resulta definitorio en el producto final. Una mixtura completada con letras inteligentes, sentidas y con sentido, perpetrada por un combo realmente fino sobre las tablas, que generó vibraciones a través de canciones como “Voy temblando”, “Mira lo que tengo”, “Casa Carrera”, “Estrella de papel”, “Peso pluma”, “Te veo bien”, “No quiero nada”, “Tres primaveras” o esa “Martes” que grabaron junto a Kiko Veneno, otro referente ineludible.
Tras tocar su obra reciente, al completo y respetando la secuencia original pensada para el propio álbum, Vera Fauna remataron la velada con alguna recuperación de su anterior trabajo, caso de “Los naranjos” y la llamativa versión del “Me pongo colorada” de Papá Levante. Las no menos particulares maneras del vocalista Kike Suárez completan una ecuación que, al contacto con el escenario, dejó a su paso un buen sabor de boca tan evidente que, desde ya, obliga a seguirles la pista.
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