Música para cuidarse y quererse
ConciertosValeria Castro

Música para cuidarse y quererse

9 / 10
David Pérez — 05-06-2023
Fecha — 03 junio, 2023
Sala — Teatro San Bartolomé / Lanzarote
Fotografía — David Pérez Marín

Pasó lo que tenía que pasar. Cuando las cosas se hacen con cuidado y con cariño (y además se tiene un talento natural especial, que hace brotar flores de la tierra quemada), el éxito, la emoción y la alegría compartida están aseguradas. No podíamos faltar al cierre de la gira isleña de Valeria Castro, presentando uno de los discos más bonitos y personales de lo que llevamos de 2023, su brillante debut Con cariño y con cuidado. Tras un año y medio muy complicado, con el furioso despertar del Volcán de Tajogaite arrasando durante 85 días La Palma, tierra que vio nacer a Valeria y donde vive gran parte de su familia, tocaba sanar heridas con su música, enlazando carteles de “no hay entradas” a lo largo de las Islas Afortunadas. Y, para afortunados, nosotros, que llegamos justo a tiempo a la tierra de las montañas de fuego (Timanfaya), nuestra querida Lanzarote, donde pudimos asistir al cierre de este emotivo periplo, en una gira que continúa y llevará a Valeria Castro por toda la península y gran parte de Latinoamérica.

“Que haya algo atemporal, que haya tanto que cantar, que haya alguien que no mienta, que haya algo que siempre sienta…”. Así, guitarra en mano, con el expectante Teatro de San Bartolomé lleno hasta la bandera, sale a escena Valeria Castro, acompañada por una banda de sobresalientes músicos (pianista, contrabajista, batería/percusionista y guitarrista), calándonos con su luminosa sensibilidad desde la inicial “Dentro”. Música sanadora y sincera a flor de piel, con ternura e inocencia, pero también con esa fuerza reivindicativa que renace del desgarro, del dolor… El latido, fuerte y sentido del amor propio, firme, en pie y adelante, con los lazos irrompibles que le unen a su isla y a los suyos como motor constante que mueve montañas y disipa toda distancia y obstáculos.

Desgrana su álbum poco a poco, degustando el tiempo en un fluir constante y orgánico. Sones que se te quedan pegados como salitre a la piel, que brotan del folclore canario y huelen a flores silvestres, a brezales y laurisilva, “que nacen semilla, pero que no se conforman con techo y paredes”, que vuelan libres. Canciones que refrescan, reconfortan y abrazan como el océano que nos rodea: De la delicadeza de “Poquito”, al cuidado mutuo en la hermosa “Cuídate”, sentada y haciendo percusión con la guitarra sobre las piernas, pasando por la colorida y repleta de matices “Ay, amor”. Los ojos comienzan a humedecerse entre el público y Valeria sigue desbordando sensibilidad y poderío, fundiéndose con su banda y ellos con ella, alcanzando uno de los puntos álgidos en “La raíz”, con el teatro al completo haciendo palmas y uniéndose al estribillo. Nudo en la garganta con la intro de “Un hogar”, con la voz doliente de su abuela, narrando cómo perdió sus enseres y su casa en el barrio palmero de Las Manchas, interpretada con una delicadeza abrumadora, y con una esperanza final que contagia y deja la sombra vencida: “pero bueno, la vida sigue, con mucha tristeza, pero sigue”. A eso nos aferramos, eso queremos y eso celebramos en Lanzarote esta noche.

Enciende la mecha el chileno Pablo Cáceres, que demuestra maestría durante toda la velada a la guitarra y al cuatro, y nos envuelven con un resplandeciente “Perdón”, de nuevo con el público entregado, para pasar luego por momentos más íntimos: la pieza angular “Con cariño y con cuidado”, dedicada a sus padres y abuelos, relevando Valeria a la pianista (también brillante); la versión de “Agua” que corta la respiración, cara a cara junto al contrabajista, o una espléndida “Cómo te voy a olvidar”, en la que se queda sola en el escenario con su guitarra.

Se golpea con el micro en el pecho y un solo latido se extiende por la sala, acompasando el nuestro y fundiéndose en un mismo palpitar, acompañándose por un pandero cuadrado que acentúa las raíces en una tribal y percusiva “Costumbre”, seguida de una revitalizante “Todo cambia” de Mercedes Sosa, con tambor palmero incluido.

La tierra canaria y el corazón abierto de par en par siguen marcando el rumbo hasta un final que no queremos que llegue, con momentos cumbres en los que florece la cura del fuego en las entrañas: de la festiva “Abril y mayo”, con Valeria bailando y haciendo bailar, al colofón y apoteosis en “Lo que siento”, con Lanzarote en trance y disfrutando como si no hubiera mañana.

Antes nos sumergimos en la “Corriente”, donde presenta a sus espléndidos compañeros de viaje sobre las tablas y nos regala otro de esos mantras mágicos que aún nos acompañan: “Ay, quítame la pena”, y nos la quita canción a canción.
No falta su tema más especial, “Guerrera”, para las suyas, las que inspiran su música, reflejando la valentía de las madres y abuelas: “Cuídate, cariño, hazlo por ti primero, que a poquito que empieces, nadie te podrá apagar… Ay, guerrera, yo te llevaré en el alma la vida entera”. Ovación de libro, se van y Valeria Castro nos regala un último canto, sin micro, desde el borde del escenario. La música se apaga, pero el eco sembrado perdura y no hay silencio que lo borre del lado izquierdo del pecho, donde nace y reluce el cariño y el arte verdadero de esta joven estrella palmera: “Pa cuidarse, pa quererse, pa ser de una y también de la gente”.

 

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