Disfrutar de un concierto en el Teatro Lara aumenta las expectativas: el continente es inmejorable, el contenido debe estar a la altura y la música se siente cercana, nítida, exquisita. Es un lugar hermoso donde la magia salta de forma habitual. Más que en cualquier otro sitio, como si se tratase del jardín de Amy Pond. Allí los adictos esperamos la Tardis de algún Doctor para iniciar viajes inolvidables.
La visita al Lara de Damien Jurado vino precedida del encuentro con Tamara Lindeman. Esta canadiense venía por primera vez a España y esperamos que vuelva pronto. Bajo su alias, The Weather Station, hizo llover treinta minutos de climas celtas y folclore country. Una delicia. Las gotas suficientes para dejarnos la punta de la lengua dormida, y aún así queríamos más besos. Colando su melena rubia entre los trastes nos convenció de que en "Loyalty" tenemos un disco para conducir por paisajes hermosos.
Treinta minutos antes de la medianoche salió al teatro Damien Jurado, un gigantón en una pequeña silla plegable. Con una pegatina en forma del estado de Washington en la guitarra acústica, sobre la que se leía "hogar", consiguió un encantamiento para llevarnos a Seattle. Allí es maestro y gurú. Por lo general se mostró serio y retraído, pero hacia la mitad del encuentro sacó su lado más cercano. Entre embustes y bromas, a Jurado le dio tiempo para confesarnos que huele como un perro mojado por las exigencias de la gira, o que su batería dejó a su mujer en casa dos días después de casarse para poder acompañarle por el mundo.
En su práctica totalidad el concierto se basó en su nuevo trabajo, "Visions Of Us On The Land", del que fue desgranando cortes como un hechizo. El resultado fue revelador: un universo pop equidistante entre la quietud de José González y la fiereza de Mark Lanegan, orquestado por una voz que en muchos momentos acaricia como Neil Young. Así fue el caso en "Lon Bella" o "Sam and Davy". Pero el artificio consigue incluso abrir puertas de la perfección al más puro estilo salvaje y psicodélico de Jim Morrison. Lo consigue Jurado apoyado por una banda impecable en tono y tino sobre la que superpone teclados galácticos, para armar la fiesta en, por ejemplo, el que fue el mejor momento de la noche: "TAQOMA".
Con veinte años de batalla y numerosos discos Damien hace tiempo que dejó atrás su faceta más introvertida, puede que estemos ante su mejor disco. Convencido de ello, a una fan que desde el palco le reclamaba glorias pasadas respondió entornando la silla hacia ella, exigiéndola con mucha gracia respeto hacia su faceta actual, y cantando mirando a sus ojos "Kola". Es la canción que cierra el disco y que contiene el más bello secreto de este álbum: detiene el tiempo y consigue poner en un marco el primer beso, el primer amor. "Te recordaré justo como te veo ahora", las palabras exactas que dice frente al espejo para hacer realidad tan potente sortilegio. Haced la prueba.
Yo lo hice. Y pasado un día, justo cuando el que escribe buscaba titular para este texto, Damien se lo envió vía Twitter recordando la anécdota con su fan española: "Reclining and serenading in Madrid".
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